El síndrome de hibris (o de la arrogancia), es un término proveniente de la Antigua Grecia que describe un patrón conductual preocupante en figuras de autoridad. Este síndrome se manifiesta en líderes que, tras permanecer mucho tiempo en posiciones de poder, desarrollan una confianza excesiva en sí mismos y una peligrosa sensación de infalibilidad.
Aunque no es un diagnóstico clínico oficial en los manuales de psiquiatría, este síndrome se estudia desde la neuropsicología y la psicología del liderazgo. Se caracteriza por la pérdida de empatía y el desprecio hacia opiniones ajenas. El poder tiene un efecto adictivo, activando las mismas áreas cerebrales vinculadas a la recompensa y la dopamina, llevando al líder a buscar siempre más poder sin considerar al otro.

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La línea entre confianza y arrogancia
La diferencia entre la autoconfianza saludable y la arrogancia patológica es sutil, pero se distingue por la ausencia de autocrítica y empatía. La arrogancia patológica surge de la falta de autoconocimiento y la ausencia de límites de apoyo emocional, lo que provoca que el poder distorsione tu autopercepción.
Esta distorsión se manifiesta en decisiones impulsivas y potencialmente destructivas, pues el cerebro del líder aprende que siempre tiene la razón y que las opiniones de los demás carecen de importancia. Mientras que un líder sano utiliza su poder para objetivos positivos, quien padece hibris lo enfoca en generar más poder personal, cayendo en un liderazgo autoritario.
El riesgo para la sociedad
Cuando los líderes de alto nivel desarrollan el síndrome de hibris, la toma de decisiones se ve gravemente afectada, lo que representa un riesgo significativo para la sociedad.
- Falta de control: Estos líderes a menudo justifican sus acciones complejas comparándose con figuras religiosas, creyendo que solo deben responder ante un Dios que han moldeado a su conveniencia.
- Alteración de prioridades: Existe una clara alteración en el establecimiento de prioridades, donde las decisiones se dirigen desde el no control de los impulsos, afectando al lóbulo prefrontal.
- Bastón conductual: La justificación con un referente religioso actúa como un «bastón conductual» para compensar la conducta disfuncional ante sus seguidores.
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La afectación de la política
El poder político es un escenario frecuente para el desarrollo del síndrome de hibris, impactando directamente en la calidad de vida de los ciudadanos.
La alteración en la toma de decisiones puede llevar a un político a elegir entre obrar de manera responsable en pro de su pueblo, o actuar desde la distorsión conductual. Esta última opción implica un liderazgo autoritario que no respeta la crítica ni la opinión ajena, priorizando el mantenimiento del poder sobre el bienestar social.

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