El crecimiento de los niños es un proceso que genera muchísima incertidumbre en los padres y más si son primerizos. Muchas de estas dudas tienen que ver con aparentes malformaciones en sus piernas que solo el ojo experto de un especialista puede identificar. ¿Le hará falta usar botas ortopédicas para corregir esos problemas? Siga leyendo y entérese de las novedades que tiene la ciencia médica en esta materia.

Desde el momento en que nacen y a medida que van creciendo las extremidades de los niños van sufriendo cambios, nos dice el traumatólogo Leopoldo Maizo. “Esos cambios se consideran normales desde el punto de vista morfológico o anatómico”, sostiene el también cirujano de cadera y rodilla.

“Desde el nacimiento y hasta los dos años de edad aproximadamente el niño va a presentar piernas arqueadas y esto es normal”, explica.

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“Después de los dos años – prosigue – ya las piernas empiezan a enderezarse y las rodillas comienzan a juntarse. A partir de aquí comienza una etapa diferente en el crecimiento de los niños. Entre los dos y los cinco años los niños empiezan a juntar sus rodillas, que es lo adecuado. Incluso, si caminan de prisa o corren pueden hasta caerse. Esto está asociado justamente al hecho de que juntan las rodillas”.

“Por último, viene la etapa de la adolescencia, donde finalmente se corrigen las extremidades y quedan en posición definitiva. Es decir, a lo largo de la niñez ocurren variaciones muy importantes que se consideran adecuadas en sus respectivas edades”, precisó Maizo.

“Cualquier otra alteración que esté más allá de lo usual debe ser evaluado por un ortopedista, conjuntamente con su pediatra”, recomendó el traumatólogo.

El crecimiento de los niños: “Corre, Forrest, corre…

En la actualidad hay formas muy diferentes de abordar estas situaciones. Por ejemplo, la sociedad americana de ortopedia infantil recomienda no usar botas ortopédicas ni dispositivos externos como los twister. ¿Recuerdan los aparatos que usó de niño Forrest Gump, el personaje de la famosa película protagonizada por Tom Hanks? Esos aparatos, llamados “twist“, ya no se usan.

“Muchos estudios han demostrado que con o sin esos dispositivos externos el crecimiento de los niños va a ser exactamente el mismo”, sostiene Maizo. “Existe una disposición genética que no podemos cambiar. En el caso de niños que tengan una condición muy fuerte, pues necesitarán un tratamiento diferente”.

Antiguas consejas recomendaban cambiarle los zapatos – ponerle el derecho en el izquierdo y viceversa – a los niños que tienen rodillas muy pegadas para corregirlos. “Con esto lo que se está haciendo es condicionar una conducta errada en el niño”, advirtió Maizo.

“Lo más adecuado en estos casos es que el niño use un calzado ideal. ¿Qué llamo yo un calzado ideal? Los zapaticos flap. ¿Y qué significa flap? Un zapato flexible, ligero, ancho y plano. Todas estas son condiciones sine qua non: independientemente de si el niño tiene o no alguna alteración, debería usarlo. Es un zapato que va a permitir al niño una pisada cómoda, flexible, que le permitirá ejercitarse adecuadamente”.

En un caso extremo de un niño al que le están rozando mucho las rodillas, entonces hay que llevarlo a un especialista. “Se le realizaran radiografías y se le comenzará a hacer un control. Dependiendo del caso, a los seis meses o al año se debe volver para evaluar si hay un avance fuerte del problema. En el caso de que así sea se tomarían medidas quirúrgicas, en el último de los casos, para corregirlo”.     

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