Se conoce como bocio al aumento en el tamaño de la glándula tiroidea, que es una glándula endocrina ubicada en la parte frontal del cuello, justo debajo y a ambos lados de la tráquea y en la parte posterior de la laringe.

Su función principal es producir hormonas tiroideas, las cuales desempeñan un papel fundamental en la regulación del metabolismo del cuerpo.

Tratamiento del Bocio

El enfoque para tratar el bocio varía según los síntomas que provoque. En muchos casos, se opta por un enfoque de «esperar y observar», que implica controlar el progreso del bocio con el tiempo.

En otros casos, cuando los síntomas son significativos, se pueden considerar tratamientos más agresivos, como la radioterapia del tiroides o, en ocasiones, la extirpación parcial o total de la glándula.

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¿Por qué se origina esta patología?

El bocio puede tener varias causas, entre las cuales se incluyen:

Déficit de yodo

Esta es la causa más común de bocio. Aproximadamente 1.000 millones de personas en todo el mundo corren el riesgo de desarrollar un déficit de yodo, especialmente en áreas donde más del 10% de la población presenta bocio.

Inflamación del tiroides

La tiroiditis, infecciones y la exposición a la radiación pueden provocar inflamación de la glándula tiroidea.

Sustancias bociógenas

Ciertas sustancias, como aniones monovalentes, tabaco, litio, yodo, sulfonilureas, salicilatos y aceites derivados de soja, girasol, nueces y cacahuetes, pueden contribuir a la aparición de bocio.

Enfermedades autoinmunes

Afecciones como la tiroiditis de Hashimoto y la enfermedad de Graves-Basedow pueden estar relacionadas con el desarrollo de bocio.

Anomalías congénitas

En algunos casos, el bocio puede ser congénito, es decir, presente desde el nacimiento.

Síntomas de una glándula tiroidea aumentada

La mayoría de los pacientes diagnosticados con bocio no experimentan síntomas evidentes en el momento del diagnóstico. En ocasiones, la presencia del bocio se descubre de manera incidental durante un examen físico realizado por otras razones.

Sin embargo, en otros casos, los pacientes pueden notar la aparición de un bulto o una protuberancia en la parte frontal del cuello, de diversos tamaños, que puede o no ser dolorosa al tacto, lo que motiva su consulta médica.

Fuente: WebConsulta