La hiporexia se define como una disminución del apetito, lo que lleva a una reducción en la ingesta de alimentos. A diferencia de la anorexia, que implica una pérdida total del apetito y a menudo tiene un componente psicológico significativo relacionado con la imagen corporal, la hiporexia es una disminución parcial del deseo de comer
Cómo recuperar el apetito | Imagen superior de Jerzy en Pixabay
No se considera una enfermedad en sí misma, sino más bien un síntoma que puede ser causado por una variedad de factores subyacentes, tanto físicos como psicológicos. Esta reducción del apetito puede llevar a una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales, lo que a su vez puede resultar en pérdida de peso involuntaria, desnutrición, fatiga, debilidad muscular y un mayor riesgo de infecciones. La hiporexia es particularmente común en adultos mayores y en personas que padecen enfermedades crónicas.
Causas de la Hiporexia
Las causas de la hiporexia son diversas y pueden interactuar entre sí. Es fundamental identificar la causa subyacente para abordar el problema de manera efectiva. Entre las causas físicas más comunes se encuentran las siguientes:
- Enfermedades crónicas: Condiciones como el cáncer, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad renal crónica, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el VIH/SIDA y las infecciones crónicas pueden afectar el apetito.
- Medicamentos: Muchos fármacos tienen como efecto secundario la disminución del apetito, incluyendo algunos antibióticos, quimioterápicos, antidepresivos y analgésicos opioides.
- Problemas gastrointestinales: Estreñimiento, náuseas, vómitos, distensión abdominal, síndrome del intestino irritable y otras afecciones digestivas pueden reducir el deseo de comer.
- Cambios fisiológicos relacionados con la edad: En los adultos mayores, la disminución de los sentidos del gusto y el olfato, la saciedad temprana debido a un enlentecimiento del vaciamiento gástrico y la reducción de las necesidades calóricas pueden contribuir a la hiporexia.
- Problemas dentales o dificultad para tragar (disfagia): El dolor al masticar o la dificultad para tragar pueden hacer que la comida sea desagradable y reducir la ingesta.
- Deshidratación: La falta de líquidos también puede disminuir el apetito.
- Dolor crónico: El dolor persistente puede afectar el apetito y el bienestar general.

Las causas psicológicas y sociales también juegan un papel importante:
- Depresión y ansiedad: Los trastornos del estado de ánimo a menudo se asocian con cambios en el apetito.
- Soledad y aislamiento social: La falta de compañía a la hora de comer puede disminuir el interés por la comida.
- Duelo: La pérdida de un ser querido puede llevar a una disminución temporal del apetito.
- Estrés: Los niveles elevados de estrés pueden afectar los patrones de alimentación.
- Factores económicos: La dificultad para acceder a alimentos nutritivos puede influir en la ingesta.
¿Cómo se cura la hiporexia?
El tratamiento de la hiporexia se centra en identificar y abordar la causa subyacente del problema. Una vez que se determina la causa, se pueden implementar estrategias específicas para mejorar el apetito y asegurar una ingesta nutricional adecuada. El enfoque suele ser multidisciplinario e involucra a médicos, nutricionistas, psicólogos y, en muchos casos, a la familia del paciente.
Algunas estrategias comunes incluyen las que mencionamos a continuación:
Tratamiento de la causa subyacente
Si la hiporexia es secundaria a una enfermedad, el tratamiento de esa condición es primordial. Esto puede implicar medicamentos, terapia u otras intervenciones médicas específicas. Si un medicamento está causando la pérdida de apetito, el médico puede considerar ajustar la dosis o cambiar a un fármaco alternativo.
Intervenciones nutricionales
Un nutricionista puede evaluar el estado nutricional del paciente y desarrollar un plan de comidas individualizado que sea apetecible, nutritivo y fácil de consumir. Se pueden recomendar comidas más pequeñas y frecuentes en lugar de tres comidas abundantes, aumentar la densidad calórica de los alimentos (añadiendo grasas saludables o suplementos), ofrecer los alimentos favoritos del paciente y asegurar una hidratación adecuada. En algunos casos, pueden ser necesarios suplementos nutricionales o fórmulas líquidas para asegurar una ingesta adecuada de calorías y nutrientes.
Cómo recuperar el apetito: estrategias
Se pueden implementar diversas estrategias para hacer que la comida sea más atractiva, como mejorar la presentación de los platos, crear un ambiente agradable a la hora de comer (compañía, música suave), ofrecer variedad de alimentos y respetar los horarios de las comidas sin forzar al paciente a comer si no tiene hambre. En algunos casos, el médico puede recetar estimulantes del apetito, aunque estos se suelen reservar para situaciones específicas y bajo supervisión médica.

Apoyo psicológico y social
Si la hiporexia tiene un componente psicológico o social significativo, la terapia psicológica puede ser beneficiosa para abordar la depresión, la ansiedad, el estrés o la soledad. Fomentar la interacción social y la participación en actividades placenteras también puede mejorar el estado de ánimo y, por ende, el apetito.
Manejo de los síntomas asociados
Si el paciente experimenta náuseas, dolor u otros síntomas que dificultan la alimentación, es importante tratarlos adecuadamente. Por ejemplo, se pueden utilizar antieméticos para las náuseas o analgésicos para el dolor.
Monitorización y seguimiento
Es importante realizar un seguimiento regular del peso del paciente y de su ingesta de alimentos para evaluar la efectividad del tratamiento y realizar ajustes si es necesario.
Es crucial recordar que la hiporexia no debe tomarse a la ligera, especialmente en adultos mayores, ya que puede tener consecuencias graves para la salud. La detección temprana y un abordaje integral son fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
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