Para muchos niños, nacer con una cardiopatía congénita es un desafío formidable. La lucha por una vida plena puede parecer lejana, pero los avances en la cirugía cardiovascular pediátrica están abriendo caminos impensables.
Una cirugía pionera ha devuelto la función cardíaca a un niño venezolano de ocho años, Ángel. Este caso es un testimonio de cómo la innovación médica puede cambiar pronósticos y ofrecer una esperanza renovada.

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La complejidad de un corazón valiente
Ángel nació con atresia pulmonar con comunicación interventricular (CIV), una cardiopatía congénita donde la arteria pulmonar no se desarrolla, impidiendo el flujo normal de sangre a los pulmones. La doctora Sara Mendoza Crespo, jefe de cirugía cardiovascular pediátrica y patologías congénitas del Hospital Internacional de Colombia, explica que Ángel había recibido cirugías paliativas previas para desviar la sangre a los pulmones, como una fístula sistémico-pulmonar y una cirugía de Glenn bilateral.
Estas intervenciones buscaban solucionar la falta de sangre oxigenada en los pulmones, llevando a una circulación univentricular. Sin embargo, el equipo médico de la doctora Mendoza encontró una oportunidad única para Ángel.
Una cirugía de vanguardia para la función biventricular
Lo que hizo la cirugía de Ángel pionera fue la decisión de transformar su circulación univentricular a una biventricular, es decir, con dos cavidades cardíacas funcionando de manera independiente, como la de un niño normal.
- El equipo desmontó las cirugías previas (conexiones de las cavas superiores a las ramas pulmonares).
- Se reconectaron las cavas superior e inferior a la aurícula derecha usando un homoinjerto (tejido de donante cadavérico).
- Se cerró la comunicación interventricular (CIV) entre los ventrículos.
- Se reconstruyó el tracto de salida del ventrículo derecho con otro homoinjerto para crear la arteria pulmonar faltante.
Estos homoinjertos, tejidos criopreservados de donantes fallecidos, son sometidos a estudios infecciosos y se usan para reemplazar estructuras cardíacas. La posibilidad de rechazo es mínima, aunque puede haber degeneración del tejido con el tiempo.
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Un futuro prometedor para Ángel
Gracias a esta compleja intervención, Ángel ahora tiene un corazón que funciona de manera similar al de un niño sin cardiopatía congénita grave. La doctora Mendoza destaca que esto le permite vivir a cualquier altura y tener una vida lo más normal posible.
Aunque el homoinjerto puede requerir un reemplazo futuro debido a calcificación, la funcionalidad de su corazón se preserva, lo cual es una gran ventaja. A diferencia de las cirugías paliativas completas, que a menudo llevan a la necesidad de un trasplante cardíaco a largo plazo, Ángel ha evitado ese escenario. Su caso es un faro de esperanza, demostrando cómo la pericia y la innovación médica pueden transformar vidas.

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