La conjuntivitis, comúnmente conocida como «ojo rojo» o «pink eye», es una inflamación de la conjuntiva, la membrana transparente que recubre el interior del párpado y la parte blanca del ojo. Es una afección ocular muy frecuente, pero existen opiniones encontradas y una considerable controversia sobre el uso rutinario de antibióticos para su tratamiento. La raíz de esta discusión radica en la causa subyacente de la conjuntivitis, ya que no todas son de origen bacteriano

Conjuntivitis y Antibióticos | Imagen superior de Gavin Rain en Pexels

La mayoría de los casos de conjuntivitis son causados por virus o alergias, y en estas situaciones, los antibióticos son completamente ineficaces. Sin embargo, un alto porcentaje de pacientes (alrededor del 60% en algunos estudios) aún recibe recetas de antibióticos. Esta práctica generalizada contribuye a problemas de salud pública significativos, como la resistencia a los antibióticos, y puede llevar a tratamientos innecesarios o incluso perjudiciales.

Conjuntivitis
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Tipos de Conjuntivitis y su Abordaje Terapéutico

Para entender la controversia, es crucial diferenciar los tres tipos principales de conjuntivitis:

Conjuntivitis Viral

Es la causa más común de conjuntivitis infecciosa, especialmente en adultos. Suele ser altamente contagiosa y a menudo se asocia con resfriados o infecciones respiratorias. Los síntomas incluyen ojos rojos, lagrimeo abundante, sensación de cuerpo extraño y, a veces, una ligera secreción acuosa. Los antibióticos no tienen ningún efecto sobre los virus, por lo que no son útiles en estos casos. El tratamiento es de soporte, centrado en aliviar los síntomas con compresas frías y lágrimas artificiales. La infección suele resolverse por sí sola en 7 a 14 días. En casos muy raros, si es causada por el virus del herpes simple, pueden requerirse antivirales específicos.

Conjuntivitis Bacteriana

Es la segunda causa más frecuente de conjuntivitis infecciosa, más común en niños que en adultos. Se caracteriza por un enrojecimiento ocular, secreción espesa (amarillenta o verdosa) que puede hacer que los párpados se peguen al despertar, y una sensación de irritación. Si bien los antibióticos tópicos (gotas o ungüentos) pueden acelerar la resolución de los síntomas y la erradicación de las bacterias, la mayoría de los casos leves de conjuntivitis bacteriana son autolimitados y se resuelven por sí solos en 7 a 10 días, incluso sin tratamiento antibiótico.

Sin embargo, los antibióticos pueden ser útiles para acortar la duración de la enfermedad, permitir un retorno más rápido a la escuela o al trabajo, y disminuir la propagación de la infección. Son necesarios en casos graves, en recién nacidos (para prevenir complicaciones serias como la oftalmía neonatal), en personas con sistemas inmunitarios comprometidos, o en usuarios de lentes de contacto.

Conjuntivitis Alérgica

No es contagiosa y ocurre como respuesta a alérgenos como polen, polvo o caspa de animales. Afecta típicamente a ambos ojos y se caracteriza por picazón intensa, lagrimeo y enrojecimiento. El tratamiento se basa en evitar el alérgeno y el uso de antihistamínicos tópicos o sistémicos, y/o estabilizadores de mastocitos. Los antibióticos son inútiles para la conjuntivitis alérgica.

La Controversia: ¿Por Qué Se Prescriben Demasiados Antibióticos?

La controversia surge porque, a pesar de que la mayoría de los casos de conjuntivitis son virales o alérgicos (donde los antibióticos no sirven), y de que muchas conjuntivitis bacterianas leves se resuelven solas, la prescripción de antibióticos sigue siendo muy alta. Varias razones contribuyen a esto:

  • Dificultad en el diagnóstico diferencial: A veces, es difícil para los médicos distinguir rápidamente entre los diferentes tipos de conjuntivitis basándose solo en los síntomas. Los síntomas pueden solaparse, y realizar pruebas de laboratorio para identificar la causa específica puede llevar tiempo.
  • Presión del paciente: Los pacientes a menudo esperan una solución rápida y pueden presionar a los médicos para que prescriban un medicamento que «cure» la infección, asumiendo erróneamente que los antibióticos son siempre la respuesta.
  • «Por si acaso»: Algunos profesionales de la salud pueden prescribir antibióticos «por si acaso» es bacteriana o para prevenir una posible complicación, aunque el riesgo sea bajo.
  • Desconocimiento de los riesgos: Tanto pacientes como algunos médicos pueden no ser plenamente conscientes de las consecuencias a largo plazo del uso inadecuado de antibióticos.

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El uso indiscriminado de antibióticos, incluso para afecciones menores como muchas conjuntivitis, contribuye directamente al grave problema global de la resistencia a los antibióticos.

Las bacterias se vuelven resistentes a los medicamentos, lo que hace que las infecciones reales sean más difíciles y costosas de tratar en el futuro. Además, el uso de antibióticos puede causar efectos secundarios, como irritación ocular o reacciones alérgicas, y el uso de gotas con corticoides (combinaciones de antibiótico-esteroide) puede incluso empeorar ciertas infecciones virales.

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Las guías de práctica clínica de organizaciones como la Academia Americana de Oftalmología recomiendan evitar los antibióticos tópicos en la mayoría de los casos de conjuntivitis aguda, a menos que haya fuertes indicios de una infección bacteriana o factores de riesgo. El énfasis debe estar en la higiene (lavado de manos frecuente), compresas y lágrimas artificiales para el alivio de los síntomas. Si los síntomas no mejoran o empeoran después de unos días, o si hay dolor intenso, visión borrosa o sensibilidad a la luz, se debe buscar atención médica urgente para una reevaluación.

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