Los antibióticos son medicamentos fundamentales que han salvado millones de vidas al combatir eficazmente las infecciones bacterianas
Sin embargo, su uso está rodeado de mitos y malentendidos que pueden llevar a prácticas inadecuadas y contribuir a un problema de salud pública global: la resistencia a los antibióticos. Aclaremos algunas de estas creencias comunes. Imagen superior de Cottonbro Studio en Pexels
Mito 1: Los antibióticos debilitan el sistema inmune
Falso. Esta es una de las creencias más extendidas y no es cierta. Los antibióticos están diseñados para combatir y eliminar las bacterias que causan infecciones, ayudando de esta forma a nuestro sistema inmune, no debilitándolo. Nuestro sistema de defensas está mediado por células y procesos complejos que, salvo raras excepciones con ciertos medicamentos, no se ven directamente afectados negativamente por los antibióticos.

Lo que sí es verdad es que los antibióticos pueden alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, es decir, la población de bacterias «buenas» que viven en nuestro intestino. Esta alteración puede llevar a efectos secundarios como diarrea o, en el caso de las mujeres, infecciones por hongos (candidiasis vaginal). Sin embargo, esto no significa que las defensas del cuerpo bajen, sino que se produce un desbalance en la flora bacteriana.
Mito 2: Los antibióticos curan todas las infecciones (incluidas las virales)
Falso. Los antibióticos solo son efectivos contra las infecciones causadas por bacterias. No tienen ningún efecto sobre los virus. Esto significa que no sirven para tratar resfriados, gripes, la mayoría de las toses, bronquitis, gastroenteritis virales o el COVID-19.

Tomar antibióticos para una infección viral no solo es inútil, sino que puede ser perjudicial. No curará la infección, no evitará que otros se enfermen, y lo que es más importante, contribuye al desarrollo de la resistencia a los antibióticos, un problema que explicaremos a continuación.
Mito 3: Debo tomar antibióticos si tengo fiebre o me siento muy mal
Falso. La fiebre y el malestar son síntomas de muchas enfermedades, incluyendo las virales. Si tienes fiebre, dolor o te sientes mal, no significa automáticamente que necesites un antibiótico. Solo un médico puede determinar si la infección es bacteriana y, por lo tanto, si un antibiótico es necesario. La automedicación es peligrosa y una de las principales causas de resistencia.
Mito 4: Puedo dejar de tomar el antibiótico cuando me sienta mejor
Falso. Este es uno de los errores más comunes y peligrosos. La duración del tratamiento con un antibiótico está cuidadosamente estudiada para asegurar que se eliminen todas las bacterias patógenas. Si suspendes el tratamiento antes de tiempo, incluso si te sientes mejor, corres el riesgo de que algunas bacterias sobrevivan. Estas bacterias supervivientes, al haber sido expuestas al antibiótico sin ser eliminadas por completo, pueden desarrollar resistencia, volviéndose más fuertes y difíciles de tratar en el futuro. Es crucial completar el ciclo completo que te ha recetado el médico.
Mito 5: Puedo usar antibióticos sobrantes o los de otra persona
Falso. Nunca debes usar antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores ni aquellos recetados a otra persona. Cada infección y cada paciente son diferentes. El tipo de antibiótico, la dosis y la duración del tratamiento son específicos para la infección particular y la persona que la padece. Lo que funcionó para una infección o para otra persona podría no ser adecuado o incluso ser contraproducente en tu caso, además de contribuir a la resistencia.
La Resistencia a los Antibióticos: Una Amenaza Real
El mal uso y el abuso de los antibióticos son los principales motores de la resistencia a los antimicrobianos (RAM). Este fenómeno ocurre cuando las bacterias desarrollan mecanismos para sobrevivir a los efectos de los antibióticos, haciendo que los medicamentos se vuelvan ineficaces.
Las consecuencias de la resistencia a los antibióticos son graves:
- Infecciones más difíciles de tratar: Algunas infecciones comunes se están volviendo resistentes, lo que prolonga la enfermedad y aumenta el riesgo de complicaciones, hospitalizaciones y muertes.
- Aumento de costos médicos: Los tratamientos para infecciones resistentes son a menudo más caros y complejos.
- Amenaza a la medicina moderna: Procedimientos como cirugías mayores, quimioterapia o trasplantes de órganos se vuelven más riesgosos si no hay antibióticos eficaces para prevenir y tratar infecciones.
Uso Responsable de los Antibióticos
Para combatir la resistencia y asegurar que estos valiosos medicamentos sigan funcionando en el futuro, es fundamental un uso responsable:
- Solo con receta médica: Nunca tomes antibióticos sin la prescripción y supervisión de un profesional de la salud.
- Sigue las indicaciones al pie de la letra: Respeta la dosis, la frecuencia y la duración del tratamiento indicadas por tu médico, incluso si te sientes mejor.
- No guardes ni compartas antibióticos.
- Previene infecciones: Lava tus manos con frecuencia, mantén tu calendario de vacunación al día y sigue buenas prácticas de higiene alimentaria para reducir la necesidad de antibióticos.
Al entender cómo funcionan los antibióticos y desterrar los mitos, cada uno de nosotros puede contribuir a proteger su eficacia para el futuro de la salud global.
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