Si experimentas molestias digestivas severas, como hinchazón y diarrea, después de consumir alimentos endulzados, podrías estar lidiando con algo más que una simple indigestión. Hablamos de la intolerancia a la sacarosa, una condición que afecta la capacidad de tu cuerpo para descomponer el azúcar común. Esta incapacidad se debe a la deficiencia de una enzima clave en el intestino delgado: la sacarasa-isomaltasa.

La sacarosa es un disacárido compuesto de glucosa y fructosa. Para que tu cuerpo pueda absorberla, esta enzima debe fragmentarla. Cuando la enzima falta o su actividad es insuficiente, la sacarosa no digerida pasa al intestino grueso. Allí, las bacterias intestinales la fermentan, lo que desencadena los molestos síntomas gastrointestinales. Entender esta deficiencia es el primer paso para manejar eficazmente tu dieta.

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¿Por qué sucede la deficiencia enzimática?

La intolerancia a la sacarosa (o al azúcar de mesa) tiene dos orígenes principales, que determinan su cronicidad y su aparición.

  • Deficiencia congénita: Es la causa más frecuente, de origen genético y presente desde el nacimiento. Se le conoce como deficiencia congénita de sacarasa-isomaltasa (DCSI).
  • Deficiencia secundaria: Surge debido a una lesión temporal o permanente en el revestimiento del intestino delgado.
  • Lesiones causales: Puede ser consecuencia de otras afecciones como la enfermedad celíaca, la enfermedad inflamatoria intestinal o el sobrecrecimiento bacteriano (SIBO).

En el caso de la DCSI, los síntomas se manifiestan en la infancia, cuando el bebé comienza a ingerir alimentos que contienen sacarosa y almidón.

La clínica y el impacto digestivo

Los síntomas de esta intolerancia se asemejan a otras afecciones digestivas, por lo que el diagnóstico puede resultar complejo sin las pruebas adecuadas. El cuadro clínico se centra en el malestar intestinal.

Los azúcares no absorbidos ejercen una carga osmótica que atrae agua hacia tu intestino, provocando diarrea acuosa. La fermentación bacteriana genera grandes cantidades de gases (dióxido de carbono, hidrógeno y metano).

Como consecuencia, puedes experimentar una distensión abdominal significativa, dolor cólico y flatulencias excesivas. La diarrea crónica, además, puede llevar a una mala absorción de otros nutrientes si no se trata a tiempo.

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Manejo y rol del especialista

El tratamiento principal para manejar la intolerancia a la sacarosa es la modificación dietética. Tienes que eliminar o restringir al máximo la ingesta de sacarosa y, en algunos casos, el almidón.

El Dr. Pedro Olivares, dietista-nutricionista especializado, insiste en que una dieta estricta es crucial para minimizar las secuelas. Esto implica evitar el azúcar común, gran parte de la bollería y muchos alimentos procesados.

Además de la dieta, la terapia de reemplazo enzimático está disponible y resulta muy efectiva. Consiste en tomar suplementos de sacarasa que ayudan a tu cuerpo a descomponer el azúcar ingerido.

El diagnóstico certero, que incluye el test de hidrógeno espirado o pruebas genéticas, solo debe ser establecido por un médico especialista. La intervención precoz y personalizada es clave para evitar la malnutrición y mejorar tu calidad de vida.