Todos hemos pasado por lo mismo. Nos encontramos ante una esquina que, en vez de llevarnos a girar a un sólo sentido, se bifurca o se abre en mil caminos. Esas, las grandes encrucijadas de la vida, donde se debaten los amores y los horrores, son el verdadero vértigo frente a los misterios de todo lo que pasaría.

¿Atravesar, resistir o trascender? Me lo pregunto. ¿Te lo preguntas tú también? – Imagen superior de Alvaro Palacios en Pexels

¿Atravesar, resistir o trascender?
¿Atravesar, resistir o trascender? – Foto de Rahime Gül en Pexels

Y es ante esos dilemas que te plantea la vida, cuando logras tomar consciencia en medio de la inercia, que estás vivo, que te toca pensar y escoger tu propio destino y tomar partido por cuál será tu próximo giro.

Pregúntate un momento: ¿Qué has hecho cada vez que se te han presentado esos dilemas? ¿Los has atravesado por dentro de sus propios laberintos? ¿Te has resistido a sus tentadores magnetismos? ¿Y/o has podido trascenderlos y salir ileso continuando “tu camino”?

Empecemos por el principio. Sin dilema no existo, porque el Yo necesita tener un diálogo y un debate interno con el contrasentido. Sin esa alteridad, sin la presencia de lo distinto, ni siquiera sabría que está vivo, ni siquiera se preguntaría acerca de sí mismo.

¿Atravesar, resistir o trascender?
¿Atravesar, resistir o trascender? – Foto de Mike Italo en Pexels

Es en ese “pienso y luego existo” cartesiano en el que transcurren nuestros dilemas. Es en el “¿ser o no ser?” de Shakespeare, en el que frente a un dilema la ética que viene del soplo divino te eleva el pulso y te acaricia en un susurro en el oído: «- ¡Anda ya! ¡Atrévete que a final de cuentas todo tendrá sentido!».

Es en ese último empujón desde el trampolín de tu mundo conocido frente a un océano profundo e infinito, en el que en vez de resbalarte quizás valdrá la pena que tú saltes y des tu mejor brinco. ¡Y splash! ¡Al agua ya!

Ese océano de la experimentación, es el que “atravesamos” cuando nos sumergimos ante lo nuevo y desconocido. Cuando nos dejamos llevar por el impulso o el sentido, y simplemente pegamos el brinco.

La vida te pone a pensar, frente al contrasentido. Todo es potencialmente “tu camino”, pues definitivamente caminante “no hay camino, se hace camino al andar” por el camino elegido.

¿Atravesar, resistir o trascender?
¿Atravesar, resistir o trascender? – Foto de Lara Jameson en Pexels

A los pacientes les digo, que ante los cambios decidan volar antes que caer en el abismo. Es muy importante que ese salto venga de una “decisión” de movernos frente a lo nuevo y desconocido. Sabiendo que contamos con nosotros mismos, con nuestros recursos, nuestro plan, nuestra voluntad y fuerza. Para así movernos desde arriba con una alta perspectiva, buena vibra y mucha energía con nuestro libre albedrío. Y en ese contexto conexo y entendido, que lo que hagamos esté, en el mejor de los casos, alineado en nuestro cuerpo, mente, corazón y espíritu.

Cuando atraviesas la experiencia, vienes del Alpha del Espíritu Creador y entras en el Omega oceánico de la Creación. Creas como Alma con Libre Albedrío una experiencia en este Universo, estando vivo.

Cuando decimos que hemos venido al mundo a experimentar y aprender lecciones, estamos hablando precisamente de atravesar las experiencias de la vida y capitalizar los aprendizajes luego de vivir cada una de ellas.

Aunque te contaran el final de la película, la sabiduría a veces sólo llega sintiendo en carne propia los dilemas, las penas y los fracasos de la vida

Cuando te “resistes” a ciertas experiencias, porque ya anticipas cómo algo que parece apetitoso te podría estropear la vida que ya has construido. Allí vienen los momentos más difíciles para muchos. Pues los caballos están galopando a todo dar – lo que Freud llamaba el Ello – y eso que pulsa sin cesar desde dentro y se quiere expresar libre y sin miedo, busca salida de alguna manera, sea por impulso o sea con sentido.

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Si ese Ello es retenido, contenido y suprimido en su acción por un Yo que teme y/o sabe que aquello en vez de traerle honor y amor, le traerá pena, sufrimiento y dolor, acabarán surgiendo dramas, dolores y penas internas, buscando sacar toda esa fuerza que no llega a su destino querido.

La vida, una vez más, te pone a pensar frente al contrasentido

Dudamos tanto de la intuición, de nuestra ética y de nuestro honor (lo que llamamos amor propio), que nos jugamos la salud mental en un diálogo de sumas, restas y multiplicaciones en infinitos para que ese Ello goce en su imaginación de todos los destinos posibles si acaso hubiera escogido no “resistirse” a la otra salida en la bifurcación. Y la fantasía se vuelve un refugio para el Yo, donde se ama y se atormenta.

Foto de Vaidas Vaiciulis en Pexels

Vienen las hermosas e interminables horas de escenarios posibles, de dudas, de preguntas y miedos, de ganas y fuego quemándose la claridad y el agradecimiento, quemándose todo lo que hemos construido, haciéndonos creer que estamos muertos por no mover a la acción el escenario vivido en el fuero de nuestras sombras.

Por esos resistir es tan doloroso como atravesar la experiencia. Pues en ambos nos contraponemos a los polos del mismo dilema

Es como si el Yin Yang de nuestra consciencia, en su la dualidad, en sus luces y sombras, se quedara peleando una parte frente a la otra, por ahora y por siempre, en los Ecos de las cavernas de cada rincón de nuestra eternidad.

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Hasta que el Eco nos haya ensordecido tanto que digamos: – ¡basta! -desde mucho más adentro del Yo, desde el corazón eterno de nuestra Alma, y sea atravesando o resistiendo, actuando o conteniéndonos, el sabio que emergerá en ti, te hará confiar y elegir, y te dejará ser feliz, hagas lo que hagas, asumiendo que esa voluntad de elegir realmente es tuya, la vida.

Y cuando hayas hablado desde ese que es tu Espíritu, notarás una sensación de alivio, profunda y hermosa, pues la paz reina por dentro y por fuera de esos dilemas

En los tiempos de tu juicio final con ojos de amor serás siempre bien recibido. Aceptarte, amarte y quererte incondicionalmente es tu mayor tarea, es en ello donde recae la gran trascendencia.

Foto de Sebastian Voortman en Pexels

Trascender el Yo, en sus dilemas, para verte feliz, sosegado, amado y en paz, en las manos de Cristo, el Sol, la Fuente, el Todo en sí mismo.

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