La blastocistosis es una enfermedad parasitaria muy común, especialmente en países tropicales, pero de la que a menudo no se conoce su impacto real. Es causada por un parásito llamado Blastocystis sp., que puede transmitirse a través del agua o alimentos contaminados por heces de humanos o animales. Aunque su nombre es difícil de pronunciar, entender su comportamiento es vital.
Este parásito tiene una particularidad que lo hace peligroso: la capacidad de volverse crónico. Mientras que la forma aguda solo causa diarrea leve y es fácil de tratar, el parásito crónico se esconde en tu cuerpo, evadiendo la respuesta inmune. Es aquí donde el problema se agrava, ya que la blastocistosis puede potenciar otras enfermedades y generar un malestar constante que muchas veces confundes con otros problemas digestivos.

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Un diagnóstico que requiere sospecha
La forma más común de detectar la blastocistosis es a través de un examen de heces. Si un parásito aparece repetidamente en tus pruebas, a pesar de haber recibido tratamiento, es una señal de que la infección podría ser crónica. En Venezuela, el Instituto de Higiene de la UCV puede realizar una prueba PCR para determinar el subtipo del parásito.
Cuando no hay síntomas agudos evidentes, pero sí un disconfort intestinal constante, los médicos sospechan que el Blastocystis sp. podría estar causando una disbiosis, un desequilibrio en la flora intestinal que te hace sentir mal.
Lo que la blastocistosis puede causar
Este parásito tiene la capacidad de dañar tu salud de maneras inesperadas y ser un factor que complica otras enfermedades.
- Síndrome del intestino irritable: La disbiosis que causa el parásito está vinculada al síndrome del intestino irritable, una afección que provoca dolor abdominal, hinchazón y cambios en el tránsito intestinal.
- Enfermedades alérgicas: Puede ser un potenciador de enfermedades alérgicas como el asma, haciendo que el tratamiento convencional no sea efectivo.
- Cáncer colorrectal: Se ha visto una relación con el cáncer colorrectal, donde la presencia del parásito puede empeorar el pronóstico.
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Tratamiento y prevención
Aunque la idea de un parásito crónico pueda asustarte, existen tratamientos efectivos para combatirlo. La clave es el uso de antibióticos específicos, como la nitazoxanida o el trimetoprimsulfa, combinados con probióticos como Saccharomyces boulardii o Lactobacillus acidophilus. Esta combinación ayuda a restablecer la flora intestinal y a combatir al parásito.
Para prevenir la infección, es fundamental que tomes medidas de higiene y saneamiento. Lávate las manos frecuentemente, especialmente antes de comer, y asegúrate de que el agua y los alimentos que consumes estén en buenas condiciones. Un chequeo médico anual con un examen de heces es una medida preventiva que te permitirá detectar la presencia de parásitos a tiempo.

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