En marzo de 2020, en los primeros días de la enfermedad pandémica del coronavirus, en Massachusetts, Van Cott y sus compañeros de trabajo descubrieron que una muestra de sangre, perteneciente a un paciente grave con el coronavirus, tenía niveles de elemento V bastante por encima del rango de alusión común (coagulopatía). Cuatro días después, este paciente desarrolló una embolia pulmonar.
A partir de que se inició la interpretación diaria para cada paciente examinado por el laboratorio de coagulación de alto volumen desde 1994; jamás anteriormente se había observado una actividad del componente V> 200 UI / dL.
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Los hallazgos más clásicos en pacientes con infección por coronavirus severa y coagulopatía son:
- Incremento constante de la concentración de dímero-D; (un fragmento de proteína que se crea una vez que un coágulo de sangre se disuelve en el cuerpo).
- Disminución subjetivamente modesta en el recuento de plaquetas.
- Prolongación leve de los tiempos de coagulación.
Los pacientes hospitalizados con infecciones graves por el coronavirus que poseen elevados niveles del elemento V (proteína de coagulación sanguínea) corren un peligro alto de padecer deterioros graves por coágulos sanguíneos; como la trombosis venosa intensa o la embolia pulmonar, según han descubierto los investigadores de Massachusetts General Hospital.
Sin embargo, los pacientes críticamente enfermos con el coronavirus y con bajos niveles de componente V, parecen tener un mayor peligro de muerte por una coagulopatía; que se asemeja a la coagulación intravascular diseminada (CID). Una anormalidad grave y constantemente mortal en la que se encuentran coágulos de sangre en pequeños vasos a lo largo del cuerpo humano.
En resumen:
En la evidencia disponible, derivada de observaciones clínicas y series de autopsias, se pueden observar posibles superposiciones en pacientes críticos en los que el colapso circulatorio, la falla orgánica multisistémica, la hipoxemia refractaria y el síndrome de dificultad respiratoria aguda causan una combinación de CID de bajo grado y microangiopatía trombótica pulmonar localizada; lo que podría tener un impacto sustancial en la disfunción orgánica en los pacientes más gravemente afectados.
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