Si eres una persona delgada, es fácil pensar que estás a salvo de condiciones como el colesterol alto. Sin embargo, esta es una creencia peligrosa que puede poner en riesgo tu salud. La realidad es que el nivel de colesterol en la sangre no está directamente relacionado con la apariencia o el peso corporal, lo que significa que una persona en forma también puede tenerlo elevado.

Este mito te hace creer que estás exento de un problema que es global. Las causas de un colesterol alto van mucho más allá de la báscula. Tu genética, tu alimentación diaria y el estilo de vida que llevas son factores que tienen un peso mucho mayor en tu salud cardiovascular. Por ello, la prevención es vital para todos, sin importar tu talla.

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El mito del colesterol y el peso

Tener un peso saludable es beneficioso, pero no te da inmunidad contra el colesterol alto. Existen otros factores que determinan tu riesgo.

  • La genética juega un papel crucial: si tienes antecedentes familiares de colesterol alto, tus probabilidades de padecerlo son mayores.
  • El tipo de dieta es determinante: el consumo de grasas saturadas y trans, presentes en muchos alimentos procesados, aumenta el colesterol en tu sangre, sin importar si eres delgado o no.
  • La falta de actividad física contribuye al aumento del colesterol LDL, conocido como colesterol «malo», incluso en personas que parecen saludables.

Más allá de la báscula

Esta es una condición silenciosa, ya que no presenta síntomas evidentes que te alerten. A largo plazo, el exceso de colesterol puede acumularse en tus arterias, formando placas que reducen el flujo sanguíneo y aumentan el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

Por esta razón, la única manera de saber tus niveles de colesterol es a través de un simple análisis de sangre. Si no te has hecho un chequeo en mucho tiempo, es importante que programes una cita con tu médico.

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Cuida tu salud sin importar tu talla

Controlar tu colesterol es posible si adoptas una serie de hábitos saludables en tu vida. Puedes reducir tu ingesta de grasas saturadas, limitar el consumo de carne roja, y aumentar la cantidad de frutas, verduras y fibra.

Además de una dieta balanceada, el ejercicio físico regular es tu mejor aliado. Por último, mantén un seguimiento constante de tu salud con chequeos médicos periódicos. Tu salud cardiovascular es tu responsabilidad, sin importar cómo te veas por fuera.