La hipertensión arterial, o presión arterial alta, es una condición que afecta a un gran número de adultos. Las estadísticas son impactantes: una de cada tres personas en la población adulta puede ser hipertensa. Este problema de salud no es exclusivo de Venezuela, sino que es una preocupación global, con cifras que rondan entre el 30% y el 40% de la población mundial.
La hipertensión es conocida como el «enemigo silencioso» porque rara vez presenta síntomas al inicio. Muchas personas no saben que la padecen, y solo se manifiesta cuando el daño ya ha comenzado a afectar órganos vitales. Medir tu presión regularmente y conocer los factores de riesgo es la única manera de prevenir que esta condición te tome por sorpresa.

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Factores que elevan tu presión
La hipertensión es una enfermedad multifactorial, lo que significa que no hay una sola causa. Una combinación de hábitos de vida y factores ambientales puede ponerte en riesgo de desarrollarla.
- Sobrepeso y obesidad: El exceso de peso obliga a tu corazón a trabajar más, lo que incrementa la presión en tus arterias.
- Exceso de sal: Una dieta alta en sodio contribuye a la retención de líquidos y al aumento del volumen sanguíneo.
- Consumo de alcohol: La ingesta excesiva de bebidas alcohólicas también está asociada a un incremento en la presión arterial.
- Estrés crónico: Los factores psicológicos y el estrés constante son fundamentales, aunque a menudo se les resta importancia en el manejo.
La medición es tu defensa
Dado que la hipertensión no produce síntomas hasta que es demasiado tarde, la única forma de detectarla es midiéndola. Todo adulto, incluso si te sientes completamente sano, debe medir su presión arterial al menos una vez al año.
La medición es especialmente importante en la noche. Durante el sueño, la presión arterial debe descender, un fenómeno conocido como perfil circadiano. Si tu presión no baja o incluso aumenta mientras duermes, tienes un mayor riesgo de sufrir complicaciones.
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Estilo de vida para mantenerla a raya
La prevención es el camino ideal. Si ya te diagnosticaron hipertensión o simplemente quieres evitarla, mantenerla a raya depende de un estilo de vida adecuado.
El ejercicio es clave. La actividad física regular fortalece tu sistema cardiovascular. Reduce tu ingesta de sal y aumenta el consumo de vegetales.
Finalmente, debes aprender a controlar el estrés. Aunque es la parte más difícil, busca estrategias para gestionar tus niveles de ansiedad, ya que el factor psicológico es fundamental para prevenir la hipertensión.

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