Un hipo de vez en cuando es algo de lo más normal. Se trata de un pequeño sobresalto del cuerpo, un espasmo raro del músculo que nos ayuda a respirar, el diafragma, seguido de un cierre inesperado de las cuerdas vocales que produce ese sonidito tan particular. Pero cuando este «ay, Jesús» se instala por más de dos días, entonces deja de ser una anécdota para volverse una compañía constante, la cosa cambia

Cuando el hipo se queda más de la cuenta | Imagen superior de Sound On en Pexels

Así, ya no es una simple curiosidad, sino más bien una señal de que algo podría estar molestando por dentro y merece nuestra atención. Este hipo que no se va, el hipo crónico, nos dice que los mecanismos que normalmente controlan este reflejo se han alterado o irritado de una manera que no es habitual.

Nervios sensibles: las rutas del hipo irritadas

Los nervios vago y frénico son como los directores de orquesta del diafragma. Son los que le dicen cuándo moverse para respirar y cuándo espasmar para el hipo. Si algo les cae mal a estos nervios, en cualquier parte de su camino, el hipo puede volverse persistente. Imagínate que un tumor o un quistecito en el cuello o el pecho les esté apretando, o que la acidez del estómago les esté dando lata cerquita del esófago. Hasta una simple irritación de garganta puede ser la culpable. Y aunque suene raro, a veces, hasta un pelito travieso tocando el tímpano ha sido señalado como posible detonante.

El centro de control averiado: cuando el cerebro interfiere

El que manda en el hipo es una zona del cerebro llamada tronco encefálico, como la centralita de muchas funciones automáticas del cuerpo. Entonces, si algo anda mal por ahí, la regulación del hipo se puede descontrolar. Cosas serias como tumores en el cerebro, infecciones como la encefalitis o la meningitis. Enfermedades como la esclerosis múltiple que afectan las conexiones nerviosas, un derrame cerebral que toque esa zona, o un golpe fuerte en la cabeza, podrían tener como una de sus manifestaciones este hipo que no se quita.

Cuando el hipo se queda más de la cuenta

Un desorden químico interno: el cuerpo en desequilibrio

A veces, el problema no está directamente en los nervios, sino en el equilibrio químico del cuerpo. Si los niveles de sales como el potasio o el sodio se desajustan, si la diabetes no está bien controlada, o si los riñones no están funcionando bien y se acumulan toxinas. Todo esto puede hacer que los nervios se pongan quisquillosos y provoquen un hipo que no cesa. Y no olvidemos que ciertas medicinas, como algunos sedantes o tranquilizantes fuertes, y el abuso del alcohol a largo plazo, también han sido relacionados con este molesto visitante.

Otras cosas que podrían estar detrás

Hay un montón de otras situaciones médicas que pueden venir acompañadas de un hipo persistente. Molestias de la barriga, como un reflujo ácido muy fuerte, una gastritis que no se cura, o enfermedades del intestino, pueden irritar el esófago y los nervios cercanos. Problemas del pecho, como una neumonía o una pleuritis. Enfermedades del corazón, como una pericarditis o un aneurisma en la aorta. Incluso el cáncer, sobre todo si está cerca del diafragma, como en el esófago, el estómago, el páncreas o los pulmones, pueden ser la causa.

Después de la cirugía y las emociones revueltas

Es bastante común tener hipo después de una operación, sobre todo si te durmieron con anestesia general o si tocaron los órganos de la barriga. Este hipo suele ser pasajero, pero a veces se queda más de lo esperado. Y aunque no sea lo más común, las emociones fuertes y prolongadas, como un estrés muy grande, una ansiedad que no se va, o incluso una excitación extrema, también han sido ligadas a esos episodios de hipo que parecen no tener fin.

La importancia de buscar una opinión médica

Si ese hipo te está acompañando por más de dos días, no lo dejes pasar como si nada. Es importante ir al médico para que te revise. No hay que tomarlo a la ligera. Puede ser la forma en que tu cuerpo te está diciendo que algo más está pasando y necesita atención. El doctor te hará preguntas, te revisará, y puede que te pida análisis de sangre, radiografías o otras pruebas para ver qué está causando ese hipo tan terco y dar con el tratamiento adecuado. A veces, arreglando el problema principal, el hipo desaparece. Y también hay medicinas que pueden ayudar a calmarlo mientras se busca la raíz del asunto.

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