La historia que estás a punto de leer no es sólo sobre Cristo, sino sobre todos nosotros. A través de una experiencia de las regresiones, una mujer conectó con la Esencia de Cristo, reviviendo momentos cruciales de su vida, desde la pureza de su infancia hasta la plena consciencia de su misión divina
El niño que era Cristo – Imagen superior de Ken Williams en Pixabay
Lo que descubrió nos recuerda que todos portamos en nuestro interior la chispa de lo sagrado y somos, al igual que Cristo, la esperanza del mundo
En esta sesión, la primera imagen que surgió en L. fue la de un niño pequeño, lleno de inocencia y pureza, en un humilde entorno de paz. “-Me siento muy joven e inocente, como si el mundo estuviera lleno de esperanza”, describía al observarse, en medio de una profunda conexión con la energía de la pureza y el amor.

En su corazón ya resonaba con la sabiduría de quien intuye y siente, incluso antes de entender con palabras, que tenía una misión inmensa para con toda nuestra humanidad. “- Me siento protegido y amado, pero también pequeño en comparación con lo que siento dentro de mí: una luz inmensa”.
Poco a poco, mientras L avanza en esta vida, comienza a conectar las sensaciones, las señales y la información que recibe de quienes con calidez le cuidan y muestran. Hasta que en un momento se abre al reconocimiento interno de quién es:
“- Siento que no pertenezco completamente aquí, pero al mismo tiempo sé que vine por una razón”, dijo. Fue en este momento cuando la energía de Cristo se manifestó con claridad: “- Yo soy el Hijo, la conexión entre el cielo y la tierra.”

En esta experiencia poderosa, relata cómo se vio rodeado de luz, absorbido por un portal que lo llevó a un espacio donde sólo existía el amor. “-Es como si todo mi ser se disolviera en esta inmensidad de luz dorada, y de repente comprendí algo que siempre había estado ahí. No soy solo un ser humano, soy algo más.”
Con la voz temblorosa pero llena de certeza, pronunció las palabras: “- I am the Son of God.” (Yo Soy el Sol de Dios)
Ante esta afirmación le respondo suavemente, reafirmando su verdad: “You are the Son of God.” (Eres el Hijo de Dios).
Y en ese instante, la conexión con su Esencia Divina fue absoluta. “- Sentí cómo mi corazón se abría, cómo todo lo que soy vibraba con esta verdad. No había duda, no había miedo. Sólo era.” y comprendió su misión:
“- Traer el lenguaje de Dios, el amor puro, y recordarle al mundo que todos somos parte de esa luz”.
Cristo vino a recordar a la humanidad su propia naturaleza divina. “- Todos somos hijos de Dios. Lo que estoy viviendo ahora no es exclusivo; es una invitación para que todos despierten a esta verdad.”

Y así como Él, todos somos parte de la misma Energía Crística, Solar. Todos somos la Luz de Dios. Y cuando conectamos profundamente con ella, podemos también conectarnos con nuestro propósito divino en esta Tierra y vivir desde esta esencia.
“– Cada uno de nosotros tiene la capacidad de abrir los ojos, sanar y recordar quién es realmente: un hijo del universo, una esperanza viva para este mundo”.
Y Tú, querido lector, eres también una chispa divina, una esperanza para el mundo. ¿Qué harás con esa energía tan bonita para tu servicio en este planeta?
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