La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más prevalentes, afectando a millones de personas. A menudo, el desconocimiento genera una ansiedad innecesaria, asociándola únicamente con eventos dramáticos. Sin embargo, resulta fundamental entender la esencia de la epilepsia: se trata de un trastorno eléctrico neuronal recurrente. En términos simples, es una hiperactividad cerebral que produce descargas eléctricas desordenadas.
Debes saber que experimentar una sola convulsión no te convierte en epiléptico. El diagnóstico formal requiere la ocurrencia de más de una crisis. La epilepsia abarca un espectro muy amplio de manifestaciones, desde las crisis focales hasta las generalizadas o las sutiles ausencias. Conocer a fondo este trastorno constituye el primer paso indispensable para lograr un manejo exitoso y mejorar la calidad de vida.

Diagnóstico: La historia clínica es la clave
Para determinar el tipo y el origen de la epilepsia, el neurólogo no se basa solo en pruebas sofisticadas. Sorprendentemente, la historia clínica resulta ser la herramienta más valiosa, aportando cerca del 90% del diagnóstico. Tu relato detallado sobre las crisis y sus sensaciones previas (el aura) es crucial.
Posteriormente, el médico complementa esto con el electroencefalograma (EEG), que registra la actividad eléctrica del cerebro. Sin embargo, debes recordar que un EEG anormal por sí solo no diagnostica epilepsia; el resultado debe estar siempre respaldado por la ocurrencia de crisis repetidas.
Factores que Irritan a tu Cerebro
Una crisis epiléptica ocurre cuando ciertas neuronas experimentan una subida de voltaje, desencadenando una descarga eléctrica desordenada. Resulta vital que identifiques y manejes los factores que pueden propiciar estas «chispas».
El trasnocho o la falta de sueño interrumpen la sincronización neuronal, siendo un potente disparador. De igual forma, la estimulación visual excesiva, como las luces intermitentes en exceso o ciertos patrones de videojuegos, puede desencadenar crisis en pacientes con epilepsia fotosensible. Reconocer y evitar estos factores ayuda significativamente al control del trastorno.
Peligros y Manifestaciones Sutiles
El mayor peligro de la epilepsia reside en los accidentes que pueden ocurrir durante una crisis. Por esta razón, tomar la medicación de control es crucial. Existe un riesgo elevado de caídas y golpes si la crisis ocurre mientras el paciente está nadando, conduciendo o en un lugar alto.
Es importante estar atento a las ausencias, crisis muy comunes en niños que a menudo pasan desapercibidas. Durante una ausencia, el menor se desconecta por segundos, perdiendo la concentración. Frecuentemente, los padres o maestros las confunden con un déficit de atención, lo que lamentablemente retrasa el tratamiento adecuado.
Lea: Vida sana… ¡Cerebro sano!
Conclusión
La epilepsia es un trastorno complejo, pero manejable. Entender su naturaleza eléctrica y la importancia de la historia clínica para su diagnóstico empodera tanto a los pacientes como a sus familiares. Controlar los desencadenantes como la falta de sueño y la estimulación visual, junto con el cumplimiento estricto de la medicación, minimiza los riesgos y permite a las personas con este diagnóstico llevar una vida plena y segura.

Cuenta con una valiosa trayectoria en el mundo editorial para productos impresos y digitales participando en los procesos de corrección, edición e investigación.