La hidroterapia cognitiva se viene usando con excelentes resultados en niños con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA). El agua y sus propiedades lúdicas sirven como medio terapéutico y de aprendizaje, en este caso para niños con autismo. El psicopedagogo Plácido Diego Garrido, quien lleva más de 10 años aplicando está terapia en Venezuela, explicó en qué consiste y cuáles son sus beneficios.

“Entre el autismo y el agua hay una bonita relación, estudiada y comprobada”, asegura Garrido, director de Hidroexpansión.

“Para la mayoría de los niños la piscina es un lugar de diversión, de juegos. Por eso constituye un espacio ideal para trabajar la condición y las características del autismo”, añade.

La hidroterapia cognitiva es una técnica no tradicional que utiliza el agua y sus propiedades como medio terapéutico y de aprendizaje, explica el experto. Trabaja y rehabilita de manera integral; no solo la parte cognitiva, sino también la motora y social.

“En la hidroterapia cognitiva se trabajan todos los procesos cognitivos y de aprendizaje. Lo que se aprende en el agua se traslada a la vida diaria”, asegura.

“Mediante actividades lúdicas; con pelotas, objetos de colores, floatings, trabajamos esas características de los niños con autismo”, prosigue.

Los logros de la hidroterapia cognitiva

La hidroterapia cognitiva se aplica en sesiones individuales de 45 minutos. “Cada niño tiene un protocolo individual; porque cada niño tiene condiciones y necesidades distintas”, puntualiza Garrido.

Lo recomendable, en opinión del experto, es hacer al menos una sesión de hidroterapia cognitiva por semana. “Pero mientras más estímulo reciba el niño, se verá un avance mayor”.

El avance comienza a verse muy rápido en al menos el 95 % de los casos. “Muchas veces en el autismo es natural que haya algún retroceso para luego ver avances”, aclara.

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Entre otros beneficios, la hidroterapia cognitiva ayuda a los niños con autismo a tener más contacto visual con las personas, sociabilizan un poco más. Mejoran su coordinación, concentración y la comunicación. Manifiestan confianza, independencia. Aprenden a manejar su cuerpo a través del agua. Disminuye la ansiedad y mejoran los hábitos del sueño y el apetito.

Hasta el tono muscular mejora con la hidroterapia cognitiva. “Muchas veces los niños con autismo son poco activos; por eso tienen un tono muscular bajo”, dice Garrido.

“También trabajamos la natación, aprovechando que estamos dentro del agua. Los niños con autismo tienen una probabilidad de ahogamiento mucho más alta que la de un niño regular”.

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