¿Padre sobreprotector? Es posible que lo sea y no se haya dado cuenta. Es que encontrar el equilibrio entre criar hijos independientes protegiéndolos, al mismo tiempo, de los peligros del mundo, no es nada fácil. Por eso consultamos a Oscar Misle, educador, psicoterapeuta y miembro fundador de Cecodap, quien nos dio sus experimentados consejos.

Por lo general, todo padre quiere que sus hijos sean autónomos, que tomen sus propias decisiones y sean seguros de sí mismos. Pero al mismo tiempo suelen ser padres sobreprotectores para evitar que los hijos sufran frustraciones o que vivan experiencias que pudieron haber vivido ellos mismos. “Para evitar eso, tratan de facilitarles las cosas, pero con ello también evitan que asuman las consecuencias de sus actos”, dice Misle.

“Lo primero que tenemos que preguntarnos es qué tipo de hombre, qué tipo de mujer queremos que sean nuestros hijos en el futuro. Qué objetivos tenemos para cuando sea un ciudadano de más edad y qué estoy haciendo ahora para lograrlo”

“¿Qué significan estos objetivos de corto y largo plazo? Darles la posibilidad de ser autónomos. Si cuando se equivoca acepta que equivocarse es válido. Que se tienen logros pero que también se falla. Que aprenda que en la vida no todo es ganar, sino que también es perder y aprender”.

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“Un autor a quien yo sigo mucho dice que lo más difícil para un trapecista no es aprender a dar el triple salto mortal en el trapecio. Lo más difícil es aprender a caer en la red”.  

“El arte de aprender a caer” es clave, sostuvo Misle.

Hay que darles a los hijos la oportunidad de ensayar, de curiosear. “De experimentar, aun sabiendo que hay algunos riesgos, por supuesto, siempre que estos no atenten contra su integridad física. Esto también es necesario”, prosiguió.

¿Padre sobreprotector vs. padre protector?

“Es la balanza entre donde sobreprotejo y donde protejo, porque también me toca, como padre, protegerlos. Estamos en una situación que es real y compleja, porque está amenazada por limitaciones que se traducen en la caída de la calidad de vida”.

También refirió que es importante reconocer que cada niño es distinto, que con cada niño las exigencias deben variar.

“Educar para la participación, para la sana competencia, para el logro de objetivos y sobre todo para el manejo de frustraciones. Esa es la tarea que nos queda a los padres, a los educadores”.

“Debemos educarlos para la vida”, concluyó.    

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