Si tú o un ser querido enfrentan los desafíos de la diabetes, conoces el riesgo constante que representa el pie diabético, a menudo culminando en la amputación. Esta grave afección se debe a la dificultad del cuerpo para curar heridas y a la pérdida de sensibilidad. Sin embargo, la medicina regenerativa, con el uso de células madre mesenquimales, está ofreciendo una esperanza real y una solución innovadora.
La doctora Alamir Rivero Franco, especialista en terapias regenerativas, señala que esta tecnología está revolucionando el tratamiento. Su uso no solo se enfoca en la curación de úlceras ya abiertas, sino que también actúa de forma preventiva para preservar la salud de las extremidades y su funcionalidad.

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Células madre: El poder regenerador a tu favor
La base de esta terapia radica en la capacidad intrínseca de las células madre mesenquimales para regenerar diversos tejidos, especialmente aquellos que fallan en el paciente diabético:
- Piel y tejidos: Las células tomadas de la médula ósea tienen la habilidad de regenerar piel, músculo y tendones, crucial para el cierre de úlceras profundas y la reconstrucción de la zona afectada.
- Regeneración nerviosa: La terapia regenera los nervios, restaurando la sensibilidad. Esto es vital, ya que la neuropatía impide que sientas heridas, presiones o quemaduras, que son el inicio del pie diabético.
El tratamiento puede aplicarse tanto de forma preventiva, ante los primeros signos de problemas circulatorios o cambios de coloración, como en casos extremos, buscando evitar una amputación cuando otras opciones han fracasado.
Protocolo de aplicación y beneficios adicionales
La Dra. Rivero Franco explica que se emplean células madre autólogas (del propio paciente) y mínimamente manipuladas, combinadas con plasma rico en plaquetas y exosomas para potenciar la regeneración.
El procedimiento se lleva a cabo inyectando las células en la periferia de la úlcera para estimular la curación local. Paralelamente, se administran células por vía endovenosa para obtener un efecto sistémico en el organismo. Este método no solo favorece la regeneración del tejido, sino que también provoca una disminución en los promedios de glicemia del paciente. Al lograr mejores niveles de glucosa, la regeneración es mucho más eficaz, reduciendo el tiempo de curación de las lesiones a un rango de dos a seis meses.
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La clave es el trabajo multidisciplinario
La especialista subraya que la terapia celular no es un tratamiento milagroso y requiere un compromiso activo del paciente con su cuidado y estilo de vida. La terapia es un motor de curación que normaliza los valores de glicemia, pero el paciente debe mantener la disciplina dietética para sostener el éxito.
Este enfoque exige un esfuerzo coordinado con otros profesionales. El endocrinólogo, por ejemplo, monitorea la variación favorable en los niveles de glicemia y ajusta la medicación (insulina, etc.). Esta colaboración multidisciplinaria es vital para asegurar que el avance regenerativo se mantenga y que el resultado sea duradero. La terapia celular se consolida así como un pilar esencial en la lucha contra la amputación por pie diabético.

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