Los probióticos son microorganismos vivos, principalmente bacterias y levaduras, que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped. Se encuentran naturalmente en algunos alimentos fermentados, se añaden a ciertos productos alimenticios y están disponibles como suplementos dietéticos.
Probióticos | Imagen superior de Ekaterinna Popgeorgieva en Pexels
Pueden ejercer efectos positivos en el organismo. Alteran la composición o la actividad de la microbiota intestinal, el complejo ecosistema de microorganismos que reside en nuestro tracto digestivo
Propiedades y características
Los probióticos deben cumplir ciertos criterios para ser considerados como tales. Idealmente, deben ser de origen humano, no patógenos (es decir, no causar enfermedades), capaces de sobrevivir al tránsito por el tracto gastrointestinal (resistiendo la acidez del estómago y las sales biliares), y tener la capacidad de adherirse a la mucosa intestinal y colonizarla, aunque sea de forma transitoria. Además, deben haber demostrado científicamente beneficios para la salud en estudios controlados en humanos. A nivel tecnológico, deben mantenerse viables durante su producción, almacenamiento y consumo. Los probióticos se identifican por su género (por ejemplo, Lactobacillus), especie (rhamnosus) y cepa (por ejemplo, GG), siendo la cepa la designación más específica y la que suele estar asociada a los efectos beneficiosos particulares.

Los beneficios de los probióticos son diversos y están siendo cada vez más investigados. Uno de los principales beneficios es su capacidad para fortalecer el sistema inmunológico
Ayudan a modular la respuesta inmune a nivel intestinal y en todo el cuerpo, aumentando la producción de inmunoglobulinas y linfocitos. Esto puede proteger contra enfermedades inflamatorias e infecciosas. También son conocidos por prevenir y tratar la diarrea infecciosa, especialmente la causada por rotavirus en niños. Así como la diarrea asociada al uso de antibióticos, al ayudar a restaurar el equilibrio de la flora intestinal.
En el ámbito de las enfermedades digestivas, pueden ser útiles en el manejo del síndrome del intestino irritable (SII). Esta es una enfermedad inflamatoria intestinal (EII), y pueden ayudar a combatir la bacteria Helicobacter pylori.
Algunos estudios sugieren que podrían tener un papel en la prevención del cáncer de colon al modificar la flora intestinal y reducir los niveles de sustancias carcinogénicas. Además, se ha observado que ciertos probióticos pueden aliviar el estreñimiento al mejorar la motilidad intestinal y la consistencia de las heces, y pueden ayudar a prevenir y tratar alergias al modular la respuesta inflamatoria del organismo. También se ha demostrado que mejoran la digestión de la lactosa en personas con intolerancia y pueden aumentar la absorción de ciertos nutrientes.

A pesar de sus numerosos beneficios potenciales, los probióticos también tienen contraindicaciones y precauciones importantes:
En general, se consideran seguros para la mayoría de las personas sanas. Sin embargo, no se recomienda su consumo sin supervisión médica en pacientes con un sistema inmunológico significativamente debilitado (como personas con VIH/SIDA, pacientes trasplantados o aquellos en tratamiento con inmunosupresores), personas inmunocomprometidas o individuos con sangrado intestinal.
En estos casos, existe un riesgo teórico, aunque bajo, de que los probióticos puedan causar infecciones sistémicas. También es importante tener en cuenta que algunas personas pueden experimentar efectos secundarios leves y transitorios al comenzar a tomar probióticos, como gases, hinchazón o molestias abdominales, que suelen desaparecer con el tiempo a medida que el cuerpo se adapta. Dada la diversidad de cepas probióticas y sus efectos específicos, es recomendable consultar con un profesional de la salud para determinar cuáles son los más adecuados para cada individuo y situación particular.
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