La temperatura corporal, normalmente, varía según muchos factores como la edad, sexo y los niveles de actividad
Generalmente, la temperatura corporal de un adulto no debe superar los 37°C, pero la de referencia en cada persona es diferente, pudiendo ser más alta o más baja
Las lecturas de la temperatura corporal varían según el lugar del cuerpo en el que la persona se tome esta medida. Las lecturas rectales, por ejemplo, son más altas que las orales. Mientras tanto, la de las axilas suelen ser más bajas.
Estas lecturas varían dentro de estos rangos, dependiendo de factores como la edad y el sexo de la persona, la hora del día, niveles de actividad, ingesta de alimentos y, en las mujeres, si está dentro de su ciclo menstrual.
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En los adultos, se considera que una persona tiene fiebre cuando la temperatura corporal es, de al menos, 38 °C. Si está por encima de los 39,5°C, es una fiebre alta. Sin embargo, si supera los 41°C, es una muy alta y peligrosa.
Los bebés y niños pequeños, a veces, tienen rasgos de temperatura corporal más altos que los adultos cuando se les mide por las axilas o las orejas. Esto a causa de que tiene una superficie corporal más grande en relación con su peso corporal, además, sus cuerpos generan más calor, al estar más activos metabólicamente.
Hipotálamo: Regulador de la temperatura
Los cuerpos de los bebés no regulan tan bien la temperatura como los adultos. Sudan menos cuando hace calor y es más difícil que enfríen cuando tienen fiebre.
El hipotálamo, en el cerebro, es el responsable de regular la temperatura corporal. Si este sube por encima o desciende por debajo de la marca de 37 °C, el hipotálamo se activa para regularla.
De esta forma, si el cuerpo está demasiado frío, el hipotálamo envía señales para hacer que el cuerpo se estremezca, lo que lo caliente. Por lo tanto, si está demasiado caliente, envía mensajes para empezar a sudar, permitiendo que el calor salga del cuerpo.