Lo que está por debajo de la piel, soy Yo. El Espíritu del Sol se apropia de ese pedacito de tierra, tu cuerpo físico, y nace en medio de las diversas épocas, por dentro y por fuera, de los enunciados de cualquiera sea la cultura en que hayas venido a pegar ese primer grito de amor por estar vivo, recién salido del vientre, de ese hornito que te gestó

¡Encontré mi libertad, en este pedacito de Tierra! – Imagen superior de Jill Wellington en Pixabay

Tus padres te dan un nombre, y te apropias de aquello que se te dio, para construirte junto a un apellido, un Yo.

Ese que somos, es ante todo una hermosa construcción, y nos vamos tejiendo en lo cotidiano, bajo nuestras elecciones y nuestros pecados, como aquello que no busca ni encuentra ningún significado, hasta concientizarlo, sino que rueda, fluye y se aleja, de su origen sin enunciado, aquello que antecedió al Yo, que fue desde siempre puro amor.

¡Encontré mi libertad, en este pedacito de Tierra!
¡Encontré mi libertad, en este pedacito de Tierra! – Imagen de Anja en Pixabay

El camino que hacemos de ese nombre al volverlo algo propio es la conquista de los significados, de los logros, los éxitos y los fracasos. Se construye dentro de nosotros un relato, una experiencia y muchos sentimientos entrañables y adorados.

¡Sí que estamos vivos cuando nos hemos encontrado! Eso que significa Ser mientras se Está por acá, ese sí que es el camino del Yo.

Estar vivos es para mí sentirnos libres de crearnos, recrearnos, tejernos y deshacernos, hasta agotarnos de significados, y volvernos enunciados indiscriminados, pues somos todo y nada.

De la nada, que viene del barro de la Fuente,

nos volvemos amores para nuestros parientes.

De la nada que fue un cuerpo tranquilo,

nos volvimos amantes en nuestro camino,

enamorados y enamorando a los que conseguimos,

sea por coincidencia o sea por destino.

Vamos por tanto, creando y recreando, formas y significados, moldeando nuestro barro, con el agua y el fuego, con el aire y el viento…

Y a ti te digo, querido lector que, de aquí no nos vamos hasta que no hayamos dejado la huella de nuestro corazón, hasta que no hayamos conseguido encender el entramado del significado que es haber recibido el regalo de estar vivos. De aquí no nos vayamos, hasta que hayamos tejido en los hilos del Oro más fino, todo el Sol que trae nuestro espíritu, ese que viene a expresarse a través del Yo, ese que lleva tu nombre y apellido.

¡Encontré mi libertad, en este pedacito de Tierra!
¡Encontré mi libertad, en este pedacito de Tierra! – Imagen de Denis Doukhan en Pixabay

Y te pregunto ¿qué vinimos a regalarnos a todos, entre todos, mutuamente y viceversa, en esta experiencia tan bonita que escogimos como espíritus? ¿Qué viniste a tejer con tus amigos y seres queridos? ¿Qué regalos, legados has de dejarnos aquí a todos mientras estamos vivos?

Y en ese hermoso hilvanado de amor puro, mientras te lo respondes, en ese hilvanado de amor se hace lo tuyo y lo mío, propio es, pero del mundo, que es lo más rico.

Lo más bonito que tendremos será compartirnos a todos en amor, dejándonos regalos de corazón.

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