El vertiginoso ritmo del día a día, con el trabajo, las responsabilidades a la velocidad de las comunicaciones que superaron los medios tradicionales, implica que en la actualidad absolutamente todo acontezca más rápido. Dicha dinámica, nos obliga a ir a una velocidad loca, para poder hacer gala de una capacidad de respuesta inmediata. De lo contrario, no serás lo suficientemente competitivo para destacarte del entorno.
¡Adicción al vértigo cotidiano o estrés! – por Maria Laura García – Imagen superior de Çiğdem Onur en Pixabay

Todo lo anterior obliga a que un simple mortal tenga que vivir en un estado de alerta permanente que, a su vez, significa para el organismo vivir expuesto a altas dosis de adrenalina muy perjudiciales para el cuerpo, que se traducen o resumen, en una palabra: estrés. Un estrés que en muchos puede ser una adicción como lo es en mi caso. Por cierto, hoy no les voy a hablar sobre los estragos que la adrenalina y el estrés causan en el cuerpo, pues ya lo he hecho en muchos artículos anteriormente, solo me voy a limitar en la presente columna a ayudarles a identificar si sufren del mencionado trastorno.

¿Habituado al vértigo cotidiano?
Somos adictos a “algo” cuando sentimos dependencia de ese “algo” y requerimos repetir esa conducta o consumir dicha sustancia repetitivamente por la sensación o el placer que nos produce. Esa sustancia, ese “algo” o conducta nos domina al punto de experimentar ansiedad. O simplemente no descoloca el no poder acceder a ellas, volviéndose imprescindible en el quehacer diario.

Pareciera contradictorio que algo tan perjudicial o incómodo como el estrés pueda ser extrañado por alguien, pero sí sucede. Conozco a personas e incluso lo he experimentado, que después de estar 5 días de vacaciones, al sexto, siento entre otras cosas, que me falta algo o que estoy perdiendo el tiempo y comienzo a sentir una especie de ansiedad propia del adicto en etapa de abstinencia.

Al adicto al estrés, le resulta difícil relajarse o asumir las situaciones con calma y serenidad. Este tipo de individuos, pasan de un tema a otro rápidamente. Les cuesta concentrarse, por lo cual, generalmente, le dan a las cosas una mirada rápida sin profundizar. Los esclavos del estrés están siempre activos, muy ocupados, con mil pendientes y sin tiempo para nada.

Lo peor de todo, es que precisamente ese ritmo de vida es lo que los hace sentir “vivos” o útiles, cuando es todo lo contrario. Como ya les escribí, una vida así de agitada, con el tiempo, seguramente los enfermará físicamente, así como también deteriorará sus relaciones personales. Tarde o temprano a este tipo de adictos, el cansancio mental y físico los conducirá a un agotamiento que acabará en una enfermedad que los detendrá.

¿Cómo superar el problema?
Lo primero es identificarlo o reconocerlo. Luego, con calma, desarrollar un plan de acción para bajar el ritmo. Buscar además aprender a meditar y apóyarse en expertos para hacerse de las herramientas necesarias, que le conduzcan, responsablemente, a priorizar qué deben dejar de lado y qué no. Además del cómo que es muy importante. Anímese a mejorar la calidad de su vida, a disfrutar más y al mismo tiempo, a reducir los riesgos para su salud.
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