Los problemas de equilibrio son una preocupación significativa en los adultos mayores, no solo porque afectan su calidad de vida y autonomía, sino porque son uno de los principales factores de riesgo para caídas, las cuales pueden llevar a lesiones graves, hospitalizaciones e incluso una disminución permanente de la movilidad y la independencia.
El Equilibrio en la Tercera Edad | Imagen superior de L M Crew en Pexels
A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta cambios naturales que pueden comprometer la capacidad para mantener una postura estable y coordinar movimientos.
Causas de los Problemas de Equilibrio en Adultos Mayores
El equilibrio es un proceso complejo que depende de la integración de información de varios sistemas del cuerpo: el sistema visual (lo que vemos), el sistema vestibular (el oído interno, que detecta el movimiento y la posición de la cabeza) y el sistema propioceptivo (sensores en músculos, tendones y articulaciones que informan sobre la posición del cuerpo en el espacio). Así, el deterioro en uno o varios de estos sistemas puede llevar a problemas de equilibrio.

Las causas más comunes incluyen lo señalado a continuación:
Cambios relacionados con la edad:
Deterioro del sistema vestibular: La función del oído interno puede disminuir con la edad. Así, puede afectar la detección de movimiento y la orientación espacial.
Debilidad muscular y pérdida de masa muscular (sarcopenia): En general, los músculos de las piernas y el tronco son cruciales para mantener la estabilidad. Su debilitamiento reduce la capacidad de respuesta ante un desequilibrio.
Disminución de la propiocepción: Los sensores en articulaciones y músculos pueden volverse menos eficientes con la edad, reduciendo la conciencia del cuerpo en el espacio.
Problemas de visión: Cataratas, glaucoma o presbicia pueden dificultar la percepción de obstáculos y la adaptación a diferentes entornos.
Tiempos de reacción más lentos: Generalmente, la capacidad de responder rápidamente a un tropiezo o desequilibrio disminuye con la edad.
A continuación, conoce las condiciones médicas:
Trastornos neurológicos: Enfermedades como el Párkinson, el accidente cerebrovascular (ACV), la neuropatía periférica (daño nervioso, común en diabéticos) o la demencia, pueden afectar la coordinación, la fuerza muscular y la capacidad de procesar la información del equilibrio.
Problemas cardiovasculares: La hipotensión ortostática (baja presión arterial al ponerse de pie), arritmias cardíacas o insuficiencia cardíaca pueden causar mareos y desmayos.
Problemas del oído interno:
Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB): Cristales en el oído interno se desplazan, causando episodios breves pero intensos de vértigo al mover la cabeza.
Enfermedad de Ménière: Causa episodios de vértigo, pérdida de audición y zumbidos en los oídos.
Laberintitis o neuronitis vestibular: Inflamación o infección del oído interno o del nervio vestibular.
Artritis: El dolor y la rigidez en las articulaciones (especialmente en caderas, rodillas y tobillos) pueden limitar el movimiento y la capacidad de mantener el equilibrio.
Diabetes: Puede causar neuropatía periférica y problemas de visión.
Medicamentos:
Como es sabido, muchos medicamentos comúnmente recetados a adultos mayores pueden tener efectos secundarios que afectan el equilibrio. Entre ellos, se incluyen sedantes, ansiolíticos, antidepresivos, antihipertensivos, diuréticos y algunos antihistamínicos. Por esa razón, la polifarmacia (uso de múltiples medicamentos) aumenta este riesgo.
Factores ambientales:
Generalmente, los entornos poco iluminados, suelos resbaladizos, alfombras sueltas, cables en el suelo, escaleras sin pasamanos y calzado inadecuado son riesgos de tropiezo que se vuelven más peligrosos con problemas de equilibrio.
Síntomas y Consecuencias
Los problemas de equilibrio pueden manifestarse como los mencionados a continuación:
- Mareos frecuentes, aturdimiento o vértigo.
- Inestabilidad al caminar o al estar de pie.
- Sensación de desorientación o confusión espacial.
- Necesidad de apoyarse en muebles o paredes.
- Caídas o sensación de estar a punto de caerse.
- Visión borrosa o dificultad para enfocar.
La consecuencia más grave y común de la pérdida de equilibrio son las caídas. Éstas pueden ocasionar los siguientes resultados:
- Fracturas de cadera, muñeca o vértebras.
- Lesiones en la cabeza.
- Miedo a caer (cinesiofobia): Esto lleva a la persona a reducir su actividad física. Así, se debilita más los músculos y empeora el equilibrio, creando un ciclo negativo que limita la independencia.
- Disminución de la movilidad y la autonomía.
- Aislamiento social y depresión.
Diagnóstico y Tratamiento
El diagnóstico de los problemas del equilibrio en la tercera edad implica una evaluación médica exhaustiva, que puede incluir:
- Historial médico detallado: Preguntas sobre los síntomas, medicamentos, enfermedades previas y experiencias de caídas.
- Examen físico: Evaluación de la visión, audición, fuerza muscular, reflejos, postura y marcha.
- Pruebas específicas:
- Maniobras para el vértigo: Como la maniobra de Dix-Hallpike para VPPB.
- Posturografía: Mide la estabilidad postural en diferentes condiciones.
- Estudios de neuroimagen: Resonancias magnéticas o tomografías para descartar problemas cerebrales o neurológicos.
- Análisis de sangre: Para identificar deficiencias nutricionales o desequilibrios electrolíticos.
El tratamiento depende de la causa subyacente e incluye:
- Rehabilitación vestibular: Ejercicios específicos diseñados por un fisioterapeuta para reentrenar el cerebro y el cuerpo a procesar la información del equilibrio de manera más efectiva.
- Fisioterapia y ejercicios de fortalecimiento: Mejoran la fuerza muscular, la flexibilidad y la coordinación, lo que contribuye directamente a una mejor estabilidad. Ejercicios como el Tai Chi o el yoga son muy beneficiosos.
- Ajuste de medicamentos: Revisión y modificación de las dosis o tipos de fármacos que puedan estar contribuyendo al desequilibrio.
- Tratamiento de condiciones médicas subyacentes: Control de la diabetes, la presión arterial, o manejo específico de enfermedades neurológicas o del oído interno.
- Ayudas para la marcha: Bastones, andadores o sillas de ruedas pueden ser necesarios en casos de inestabilidad severa.
- Modificaciones en el hogar: Eliminar obstáculos, mejorar la iluminación, instalar barras de apoyo en baños y pasillos, y usar alfombras antideslizantes.
- Calzado adecuado: Utilizar zapatos cómodos, con buen soporte y suelas antideslizantes.
Prevención
Aunque algunos cambios en el equilibrio en la tercera edad son inevitables, es posible tomar medidas para minimizar el riesgo y mantener la independencia:
- Mantente físicamente activo: Realiza ejercicios de fortalecimiento y equilibrio de forma regular.
- Revisiones médicas periódicas: Controla tu presión arterial, glucosa y otros indicadores de salud.
- Revisa tu visión y audición: Asegúrate de que tus lentes y audífonos estén actualizados.
- Revisa tus medicamentos: Consulta con tu médico o farmacéutico sobre posibles efectos secundarios que afecten el equilibrio.
- Mantén tu hogar seguro: Elimina peligros de tropiezo y asegura una buena iluminación.
- Nutrición adecuada: Una dieta equilibrada contribuye a la salud muscular y ósea.
- Hidratación suficiente.

Abordar los problemas de equilibrio de forma proactiva es fundamental para garantizar una vejez más segura, activa y con mayor calidad de vida.
Información relacionada en AARP
Somos A tu salud… Salud por todos los medios ¡Síguenos por nuestras redes sociales…!