La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por virus, alcohol, ciertos medicamentos o enfermedades autoinmunes. Esta condición puede pasar desapercibida en sus primeras etapas, pero si no se trata a tiempo, puede derivar en problemas de salud graves, como cirrosis o cáncer de hígado. Es vital que te familiarices con esta enfermedad y tomes las medidas necesarias para proteger uno de los órganos más importantes de tu cuerpo.

El hígado es fundamental para tu bienestar, ya que desempeña funciones cruciales como la digestión, el metabolismo y la desintoxicación. La hepatitis compromete estas funciones, afectando tu calidad de vida. Entender las causas, los tipos y las formas de prevención te permite tomar el control de tu salud hepática y evitar complicaciones a largo plazo.

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Tipos y causas principales de la hepatitis

La hepatitis se clasifica principalmente en tipos A, B, C, D y E, cada uno con una vía de transmisión y características específicas:

  • Hepatitis A: Se transmite a través de alimentos o agua contaminada y es la forma más leve.
  • Hepatitis B y C: Son los tipos más comunes y peligrosos. Se transmiten a través de la sangre, relaciones sexuales sin protección o de madre a hijo.
  • Hepatitis D: Solo afecta a personas que ya tienen hepatitis B y se transmite de forma similar.
  • Hepatitis E: Se transmite por alimentos o agua contaminada y es particularmente peligrosa para mujeres embarazadas.

Además de los virus, el consumo excesivo de alcohol y la exposición a ciertos fármacos o toxinas también pueden causar hepatitis no viral, lo que resalta la importancia de moderar tus hábitos y ser consciente de las sustancias a las que te expones.

Síntomas comunes y diagnóstico oportuno

Muchos de los síntomas de la hepatitis son inespecíficos y se pueden confundir con otras afecciones, por lo que su detección temprana a menudo depende de una evaluación médica. Debes estar atento a las siguientes señales:

  • Ictericia: Coloración amarillenta en la piel y los ojos, un signo distintivo de que el hígado no funciona correctamente.
  • Fatiga y malestar general: Sentimiento de cansancio extremo que no mejora con el descanso.
  • Dolor abdominal: Malestar o dolor en la parte superior derecha del abdomen, donde se ubica el hígado.
  • Náuseas y pérdida de apetito: Problemas digestivos que pueden llevar a la pérdida de peso.
  • Orina oscura y heces claras: Cambios en el color de la orina y las heces son indicadores de problemas hepáticos.

Un diagnóstico temprano se realiza a través de análisis de sangre que miden las enzimas hepáticas y detectan la presencia de virus.

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Prevención y cuidado para tu hígado

La prevención es la mejor herramienta para proteger tu hígado. Si aún no estás vacunado, considera aplicarte la vacuna contra la hepatitis A y B, que te ofrecen una protección efectiva. Ten siempre prácticas sexuales seguras y evita compartir objetos personales que puedan estar en contacto con sangre, como cuchillas de afeitar o agujas.

Mantén una dieta equilibrada y reduce el consumo de alcohol para evitar la hepatitis de origen no viral. Adopta hábitos saludables y consulta a tu médico si notas algún síntoma preocupante o si tienes factores de riesgo, como un historial de uso de drogas inyectables o una exposición previa.