En la vorágine de la vida moderna, la presencia física a menudo se confunde con la presencia genuina. Nos preguntamos: ¿Estamos realmente allí para nuestros seres queridos? La psicóloga clínica Meury Rivero nos invita a reflexionar sobre esta diferencia crucial, destacando que estar presente requiere más que compartir un mismo espacio; exige un compromiso completo con la mente, el cuerpo y el alma.

Las relaciones sólidas y sustanciosas se construyen sobre la base de la conexión auténtica. Estar presente significa dedicar tiempo y atención plena a las interacciones diarias, desde un saludo matutino hasta el envío de un mensaje. Se trata de una práctica consciente que cultiva el vínculo y nos protege del aislamiento emocional, un factor que, como señala la especialista, conduce a la depresión.

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Presencia Genuina vs. Ausencia Física

La especialista explica que una persona puede estar físicamente cerca, pero ausente de la vida de sus seres queridos. La presencia genuina, en cambio, implica la capacidad de contener y acompañar al otro sin anularlo o intentar vivir su vida. Un simple «buenos días» con intención, una pregunta sobre el bienestar, o un mensaje oportuno demuestran la conexión y el acompañamiento, incluso si existe distancia física. Este tipo de interacción nutre el vínculo de una manera que la proximidad sin atención no puede igualar.

Creando Espacios Seguros: El Poder de la Pregunta

En momentos de vulnerabilidad, como el duelo o la etapa de adulto mayor, es crucial crear un espacio seguro donde el ser querido se sienta libre de expresar sus miedos y asuntos pendientes. Meuri Rivero enfatiza la importancia de escuchar sin intentar «arreglar» la vida o los sentimientos del otro. La clave está en reemplazar la imposición con la pregunta («¿Qué necesitas de mí?», «¿Cómo puedo apoyar?»). Preguntar demuestra respeto por la autonomía del otro y facilita que el ser humano comparta su experiencia.

El Desafío de la Conexión Digital

La tecnología, si bien ofrece confort, se ha convertido en una forma de engaño perceptivo. El uso excesivo del teléfono móvil y las redes sociales crea una barrera que sustituye la conexión humana auténtica con interacciones superficiales, como enviar un corazoncito en un texto. La psicóloga advierte que este hábito nos hace olvidar elementos fundamentales para cultivar una relación: el abrazo, la palabra hablada con emoción y la expresión gestual. Estos elementos son esenciales para generar el vínculo, nutrirlo y contrarrestar el aislamiento.

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Conclusión: Un Primer Paso Práctico

El primer paso práctico para ser más conscientes y presentes en nuestras interacciones diarias es la intención plena. Antes de interactuar, detente un momento, deja el teléfono a un lado y dirige tu atención completamente a la persona que tienes enfrente o a la que llamas. Haz una pausa y escucha la emoción detrás de la palabra. Este simple acto de enfoque total permite que la palabra, la emoción y el gesto se unan, reforzando el vínculo y asegurando que tu presencia sea, de verdad, significativa y oportuna.