En la vida social, profesional y familiar, es común encontrarse con personas que parecen vivir en una realidad donde ellos son los únicos protagonistas y el resto de nosotros somos meros actores de reparto (persona egocéntrica). A menudo confundimos la confianza en uno mismo o la alta autoestima con el egocentrismo, pero existe una línea divisoria crucial: la capacidad de reconocer y valorar la existencia, los sentimientos y las necesidades de los demás.

El egocentrismo no es simplemente «quererse mucho»; es una barrera psicológica que impide a la persona conectar genuinamente con el entorno. Si bien todos podemos tener comportamientos egoístas de vez en cuando, una persona verdaderamente egocéntrica muestra un patrón de conducta constante.

A continuación, desglosamos 5 señales inconfundibles que te ayudarán a identificar a alguien con rasgos egocéntricos.

persona egocéntrica
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1. Monopolización de la conversación y falta de escucha

La señal más evidente y frecuente aparece en la comunicación verbal. Hablar con una persona egocéntrica suele sentirse más como escuchar un monólogo que participar en un diálogo.

Estas personas tienen una tendencia natural a redirigir cualquier tema hacia sí mismos. Si tú cuentas que tuviste un mal día en el trabajo, ellos inmediatamente contarán una anécdota sobre cómo su día fue peor o más estresante. No escuchan para comprender, sino que escuchan para esperar su turno de hablar. A menudo, verás que su mirada se pierde cuando tú hablas, pero se reaniman instantáneamente cuando vuelven a tener la palabra.

El uso excesivo de los pronombres «yo», «me» y «mi» es su marca registrada.

2. Carencia de empatía genuina

La empatía es la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y entender sus emociones. Para el egocéntrico, esto es una tarea titánica, ya que su visión del mundo es la única que consideran válida.

Esto no significa necesariamente que sean crueles, sino que tienen una incapacidad cognitiva y emocional para salir de su propia perspectiva. Si estás pasando por un momento difícil, es probable que minimicen tus problemas con frases como «no es para tanto» o «deberías hacer lo que yo hago». Tienen dificultades para leer el lenguaje no verbal y las sutilezas emocionales de los demás, lo que a menudo los lleva a hacer comentarios inoportunos o hirientes sin siquiera darse cuenta del impacto que tienen.

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3. Hipersensibilidad a la crítica (la «piel fina»)

Curiosamente, aunque las personas egocéntricas proyectan una imagen de gran seguridad y superioridad, esta suele ser una fachada que oculta una autoestima frágil. Por ello, reaccionan muy mal ante la crítica, incluso si esta es constructiva.

Cualquier comentario que no sea un halago puede ser interpretado como un ataque personal directo. En lugar de reflexionar sobre el error, suelen reaccionar con ira, negación o adoptando el papel de víctima. Jamás admitirán la culpa; siempre buscarán factores externos o a terceras personas para justificar sus fallos. Esta incapacidad para la autocrítica les impide crecer y aprender, ya que, en su mente, ellos ya son «perfectos» o tienen la razón absoluta.

4. Necesidad constante de admiración y validación

El egocéntrico necesita «combustible» para mantener su autoimagen inflada, y ese combustible es la atención de los demás. No les basta con saber que hicieron algo bien; necesitan que el entorno se los reconozca públicamente y de forma reiterada.

Esta necesidad se manifiesta a menudo en redes sociales, donde buscan likes y comentarios de manera obsesiva, o en reuniones sociales donde intentan ser el centro de atención contando historias grandilocuentes (que a veces son exageradas o inventadas). Buscan rodearse de personas que les adulen y tienden a rechazar o aburrirse de aquellos que no alimentan su ego constantemente.

Su valía depende enteramente de la mirada ajena, aunque paradójicamente desprecien la opinión ajena cuando esta es crítica.

5. Maquiavelismo cotidiano: Los demás como instrumentos

Quizás la señal más peligrosa es el utilitarismo en sus relaciones interpersonales. Para una persona profundamente egocéntrica, los demás no son fines en sí mismos, sino medios para alcanzar sus propios objetivos.

Pueden ser encantadores y manipuladores cuando necesitan algo de ti, pero una vez que han obtenido el favor, la atención o el beneficio, su interés se desvanece rápidamente. Tienden a aplicar la «ley del embudo»: lo ancho para ellos y lo angosto para los demás. Esperan que tú estés disponible 24/7 para sus necesidades, pero rara vez están disponibles cuando tú requieres apoyo.

Si sientes que en una relación estás dando el 90% y recibiendo solo el 10%, es muy probable que estés tratando con un egocéntrico.

Fuente: sabervivirtv

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