Durante mucho tiempo, la recomendación para quienes la padecían era el reposo. Sin embargo, la evidencia científica actual ha desmentido esta creencia, demostrando que la actividad física regular y adaptada es no solo segura, sino fundamental para el manejo de la AR, mejorando la calidad de vida y reduciendo el impacto de la enfermedad
Actividad Física y Artritis Reumatoide | Imagen superior de Marcus Aurelius en Pexels
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune crónica que causa inflamación dolorosa en las articulaciones, principalmente en manos y pies, llevando a la destrucción del cartílago y el hueso si no se controla.
Superando el Mito del Reposo
El temor a dañar aún más las articulaciones inflamadas llevó a la idea de que el reposo absoluto era la mejor opción. Hoy sabemos que la inactividad prolongada tiene el efecto contrario: debilita los músculos, reduce la flexibilidad articular, disminuye la densidad ósea y empeora la fatiga.

El ejercicio, por el contrario, actúa como una medicina complementaria, ayudando a mantener la función y a aliviar muchos de los síntomas.
Beneficios Clave del Ejercicio en la Artritis Reumatoide
Incorporar la actividad física de forma controlada y progresiva ofrece una amplia gama de beneficios para las personas con AR:
- Reducción del Dolor y la Rigidez: Aunque parezca contradictorio, el movimiento suave y regular ayuda a lubricar las articulaciones y a reducir la rigidez matutina. Los músculos más fuertes brindan un mejor soporte a las articulaciones dañadas, disminuyendo el dolor al moverse.
- Mantenimiento de la Movilidad y Flexibilidad: Los ejercicios de rango de movimiento son esenciales para prevenir la rigidez y la contractura de las articulaciones. Mantener la flexibilidad permite realizar las actividades diarias con mayor facilidad.
- Fortalecimiento Muscular: La AR puede causar atrofia muscular (pérdida de masa muscular) debido a la inactividad y la inflamación crónica. El ejercicio de fuerza ayuda a construir y mantener la masa muscular alrededor de las articulaciones, proporcionándoles estabilidad y protección.
- Mejora de la Salud Ósea: La inflamación crónica y ciertos medicamentos para la AR (como los corticosteroides) pueden aumentar el riesgo de osteoporosis. Los ejercicios con carga (como caminar) y de fuerza estimulan la formación ósea, contribuyendo a la densidad ósea.
- Control del Peso: Mantener un peso saludable es crucial, ya que el exceso de peso ejerce una presión adicional sobre las articulaciones que ya están inflamadas. El ejercicio ayuda a gestionar el peso corporal de forma efectiva.
- Reducción de la Fatiga: La fatiga es uno de los síntomas más debilitantes de la AR. La actividad física regular, especialmente la aeróbica, puede aumentar los niveles de energía y mejorar la resistencia.
- Bienestar Mental: Vivir con una enfermedad crónica como la AR puede llevar a ansiedad y depresión. El ejercicio es un potente antidepresivo y ansiolítico natural, mejorando el estado de ánimo, reduciendo el estrés y promoviendo un mejor sueño.

Tipos de Ejercicio Recomendados
Es vital que cualquier programa de ejercicios sea diseñado o supervisado por un profesional de la salud (médico, fisioterapeuta o terapeuta ocupacional) que conozca la condición específica de la persona con AR.
- Ejercicios de Rango de Movimiento (Flexibilidad): Ayudan a mantener la movilidad de las articulaciones. Movimientos suaves de flexión y extensión de cada articulación, realizados diariamente.
- Ejercicios Aeróbicos de Bajo Impacto: Mejoran la salud cardiovascular, la resistencia y reducen la fatiga sin estresar demasiado las articulaciones. Ejemplos incluyen caminar, nadar, aquaeróbic, ciclismo estático o elíptica.
- Ejercicios de Fortalecimiento: Construyen y mantienen la masa muscular. Pueden incluir pesas ligeras, bandas de resistencia o el propio peso corporal. Se deben realizar con cuidado, evitando movimientos bruscos o que causen dolor agudo.
- Ejercicios de Equilibrio: Importantes para prevenir caídas, un riesgo mayor en personas con problemas articulares. Tai Chi o ejercicios específicos de equilibrio pueden ser muy útiles.

Consideraciones Importantes
- Escuchar al Cuerpo: Evitar el sobreesfuerzo, especialmente durante los brotes de inflamación aguda. Es preferible hacer ejercicio en momentos de menor dolor y rigidez.
- Empezar Lento: La progresión debe ser gradual, aumentando la intensidad y duración a medida que la tolerancia mejore.
- Calentamiento y Enfriamiento: Siempre realizar estiramientos suaves antes y después del ejercicio.
El ejercicio es una herramienta poderosa en el manejo de la artritis reumatoide. Con una planificación adecuada y el apoyo de profesionales, puede transformar la vida de las personas con AR, permitiéndoles mantener la función, reducir el dolor y vivir una vida más plena.
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