Las adicciones, como el consumo de drogas, están asociadas a personas jóvenes; sin que se piense que los ancianos, también pueden verse afectados por este problema. Es un pensamiento popular, que se implantó en el mundo sanitario.
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Un estudio realizado por la Universidad de Barcelona, señala que en los últimos años han detectado, en adultos mayores, sustancias como alcohol, benzodiacepinas y opioides.
Ese comportamiento suele presentarse por circunstancias vitales adversas; como pérdidas afectivas o económicas. En este sentido, explican que los cambios asociados al envejecimiento y al uso de medicación, aumentan la susceptibilidad de las personas mayores.
Alcohol, algo habitual entre las adicciones
“Libera las endorfinas necesarias para calmar y aliviar el sufrimiento”, según el portavoz de la SEPD. “En mayores se consume sobre todo a diario; y de forma, menos intensiva, con menores cifras de intoxicaciones que en la población joven”. Esto según la psiquiatra del Hospital de Bellvitge, especialista en adicciones.
En general, las personas con este diagnóstico suelen detectarse a través de la familia; así, tomando en cuenta la adicción que acarrea distintos niveles: cognitivo, de memoria, concentración y motores.
Al detectarse, hay que acudir a un especialista de salud mental; si es posible, con conocimientos en patología dual. El especialista refiere que, por un lado, están personas con una adicción de largo recorrido, que presentarán una importante comorbilidad médica asociada.
“En estos dos casos, son necesarios tratamientos específicos; que puedan disponer una respuesta a todas las personas de este grupo poblacional», según la Universidad de Barcelona.
“Muchas veces, la mejor forma de que alguien se vincule a un tratamiento es escuchándolo; haciendo que se sienta comprendido y apoyado. Hay que tener en cuenta que el entorno de estos pacientes a menudo es sólo parcialmente conocedor del consumo; ya que el anciano frecuentemente se esconde, por vergüenza o culpa. Por eso creemos que el sistema de salud también tendría que englobar a la familia en el programa de tratamiento; así, ofrecer acompañamiento durante el proceso”, refieren los expertos en la materia.