Alguna vez en nuestra vida, hemos sufrido de aftas. Estas pequeñas heridas que aparecen en las mejillas, lengua o el interior de los labios son sumamente molestas y dolorosas, pero muy pocas personas conocen en realidad qué son, si pueden llegar a contagiarse y por qué aparecen.
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Existen diferentes tipos de aftas, dependiendo de su tamaño, rapidez de curación y dolor, pueden adquirir un tratamiento farmacológico diferente.
- Aftas menores: son planas y superficiales, con un diámetro menor de 10 milímetros. Provocan pocos síntomas y se curan espontáneamente, sin dejar cicatriz en una o dos semanas.
- Aftas mayores: son más profundas y tienen un diámetro superior a un centímetro, provocan más dolor y pueden curar con cicatriz en al menos seis semanas.
- Aftas herpetiformes: forman racimos de vesículas y ulceraciones planas, son extremadamente dolorosas y se resuelven en menos de un mes, dejando una cicatriz.
Los expertos indican que las causas de la aparición de las aftas no están claras, pero se sospecha que pueda existir una predisposición genética. Además, tiene incidencia entre mujeres de 20 y 50 años. Los expertos indican que los cambios hormonales en el ciclo menstrual pueden ser factores de riesgo.
El tratamiento para aftas
A pesar de sus diferentes tipos, según la agresividad y respuesta del tratamiento, deben tomarse unas medidas generales para reducir los síntomas:
- Elaborar una historia clínica a detalle sobre posibles desencadenantes para eliminarlos.
- Explicar la evolución natural de la enfermedad
- Mantener una adecuada higiene bucal
- Eliminar situaciones de estrés
En general, la mayoría de las aftas pueden eliminarse en una o dos semanas, sin más complicaciones. Pero hay signos de alerta que nos llevarían a consultar a un médico. Las aftas pueden tener ciertas patologías sistémicas, en enfermedades en la sangre, intestinales, celíaca, lupus o incluso ser un síntoma del VIH.
