La alimentación juega un papel crucial en el bienestar de los niños que padecen cáncer, ya que el tratamiento y la propia enfermedad pueden afectar significativamente su capacidad para comer y absorber nutrientes

Alimentación en niños con cáncer | Imagen superior de Alexa en Pixabay

El objetivo principal de la nutrición en estos pacientes es mantener un peso saludable. Así, se proporciona la energía necesaria para las actividades diarias, ayudar al cuerpo a tolerar el tratamiento, fortalecer el sistema inmunológico y promover el crecimiento y desarrollo.

A menudo, los niños con cáncer experimentan pérdida de apetito debido a factores como náuseas, vómitos, llagas en la boca, cambios en el gusto y el olfato, fatiga o dolor. Es fundamental que se aborden estos efectos secundarios para asegurar una ingesta nutricional adecuada.

Las estrategias de alimentación para niños con cáncer se centran en ofrecer comidas pequeñas y frecuentes a lo largo del día, en lugar de tres comidas grandes. Se recomienda tener a mano alimentos nutritivos y fáciles de consumir, incluso cuando el niño no sienta mucho apetito.

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Es importante no obligar al niño a comer, pero sí animarlo suavemente a probar diferentes alimentos y preparaciones. En muchos casos, los alimentos blandos, fríos o a temperatura ambiente son mejor tolerados cuando hay llagas en la boca o problemas para tragar. También se pueden utilizar licuados y batidos para aumentar la ingesta calórica y de nutrientes de forma más sencilla.

Debido a los posibles efectos secundarios del tratamiento, las necesidades nutricionales de un niño con cáncer pueden variar significativamente de las recomendaciones generales

Es crucial trabajar en estrecha colaboración con un equipo de profesionales de la salud, que incluya médicos, enfermeras y nutricionistas especializados en oncología pediátrica. Ellos pueden evaluar las necesidades individuales de cada niño, diseñar un plan de alimentación personalizado y ofrecer estrategias para manejar los efectos secundarios relacionados con la alimentación.

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En algunos casos, puede ser necesario recurrir a suplementos nutricionales o incluso a soporte nutricional artificial. Como ejemplo, se puede emplear la alimentación por sonda (enteral) o la nutrición intravenosa (parenteral). Así se asegura que el niño reciba los nutrientes necesarios durante el tratamiento.

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