El pasado 13 de junio, el jugador danés Christian Eriksen se desplomó en pleno partido. Sufrió una parada cardíaca a causa de una arritmia maligna; que se produce porque el corazón deja de impulsar la sangre necesaria para que funcione el cerebo u otros órganos
Las arritmias malignas son ritmos cardíacos que provocan una función incorrecta de los ventrículos; aunque existe una actividad eléctrica, también se contraen, pero lo hacen de manera ineficiente. En tan solo unos segundos, las personas que experimentan estos ritmos anormales, empiezan a marearse y pierden el conocimiento.
Lee también… Conoce los aceites más saludables para cocinar
Si la situación no logra revertirse, la persona puede fallecer. Para que surja una arritmia maligna, tiene que haber una alteración importante de la transmisión de los impulsos eléctricos por el músculo cardíaco.
Por debajo de los 35 años, el sustrato más frecuente son las miocardiopatías o las canalopatías; enfermedades genéticas que provocan una alteración de las estructuras del corazón.
Una persona puede ser portadora de alguna patología cardíaca y no sufrir una arritmia maligna en su vida, pero también es posible, en presencia de estímulos adecuados, que se desencadenen arritmias que acaben en muerte súbita. Detectar estas enfermedades antes de que suceda una arritmia maligna es el reto de la ciencia.
Muerte súbita por arritmias malignas
La causa más frecuente de muerte súbita cardíaca es la enfermedad coronaria; de hecho, los infartos, empiezan a dominar a partir de los 35 años.
Es fundamental ante una pérdida de conocimiento estimular a la persona para ver si puede responder; si no hay respuesta, no hay que perder el tiempo intentando tomar el pulso. Tampoco debemos inspeccionar la boca y tirar de la lengua, ya que esta no se traga.
La persona que está presente debe marcar el número de emergencias y empezar a hacer maniobras y masajes cardíacos que puedan ayudar a la víctima de una arritmia a recuperar el ritmo del corazón.
Adelantarse a una muerte súbita es un reto; los médicos pueden prevenir un desenlace fatal, instruyendo al máximo número de personas en maniobras de resucitación e invirtiendo en instalaciones de desfibriladores en zonas frecuentadas.