Los Orígenes de la Burrata: Un Tesoro del Sur de Italia
La burrata es un queso fresco italiano, originario de la región de Apulia, en el sur de Italia. Nació a principios del siglo XX, en torno a la década de 1920, en la Masseria Bianchini, una granja en la localidad de Andria, en la provincia de Barletta-Andria-Trani
Burrata | Imagen superior de Nadin Sh en Pexels
Se cuenta que su creación fue el resultado de la necesidad de aprovechar los restos de la mozzarella que quedaban tras su elaboración. En lugar de desperdiciarlos, los queseros ingeniosamente los mezclaron con crema fresca y los envolvieron en una «bolsa» de mozzarella estirada, creando un producto lácteo único y exquisito. Este queso, que combina la textura exterior firme con un interior suave y cremoso, rápidamente ganó popularidad por su sabor delicado y su consistencia inconfundible.
La Magia de su Elaboración: Arte y Tradición Quesera
La elaboración de la burrata es un proceso artesanal que requiere habilidad y precisión. Comienza con leche de vaca fresca, que se cuaja para formar una masa similar a la de la mozzarella. Esta masa se estira y se trabaja hasta obtener una lámina fina. Una parte de esta lámina se utiliza para formar la capa exterior de la burrata, creando una especie de bolsa o «saco» hueco. El verdadero secreto de la burrata reside en su relleno, conocido como «stracciatella».

Este se prepara deshilachando a mano los trozos restantes de la masa de mozzarella y mezclándolos generosamente con crema fresca. Esta mezcla se introduce cuidadosamente dentro de la bolsa de mozzarella. Finalmente, la parte superior de la bolsa se cierra herméticamente, a menudo atándola para darle su forma característica. El resultado es un queso que ofrece un contraste fascinante entre la elasticidad de su exterior y la explosión de cremosidad de su interior.
Características Sensoriales: Sabor, Textura y Apariencia
La burrata es reconocida por sus distintivas características sensoriales. Externamente, se presenta como una bola de queso de color blanco brillante, lisa y brillante, con un aspecto similar al de una mozzarella fresca, aunque a menudo un poco más grande y con una forma más irregular debido a su relleno. Al cortarla, la burrata revela su verdadero esplendor: una cascada de stracciatella cremosa y deshilachada que se derrama suavemente.

En cuanto a su textura, la capa exterior es tierna y ligeramente elástica, mientras que el interior es sorprendentemente suave, cremoso y untuoso. El sabor de la burrata es delicado, fresco y ligeramente lácteo, con notas dulces y una untuosidad que envuelve el paladar. La combinación de la capa exterior más firme con la riqueza de la stracciatella crea una experiencia gustativa compleja y placentera.
Cómo Disfrutar la Burrata: Versatilidad Culinaria
La burrata es un queso que brilla por sí mismo y es mejor disfrutarlo fresco, a temperatura ambiente, para apreciar plenamente su textura y sabor. Su simplicidad lo convierte en un ingrediente estrella en platos sencillos pero elegantes. Tradicionalmente, se sirve con una pizca de sal marina, un chorrito generoso de aceite de oliva virgen extra y quizás unas hojas de albahaca fresca o tomates cherry. Esta combinación clásica resalta su frescura y cremosidad. Sin embargo, la versatilidad de la burrata va más allá de la simple ensalada Caprese.

Puede ser un excelente acompañamiento para pan tostado o bruschettas, un ingrediente lujoso en pizzas gourmet, o incluso un toque cremoso en pastas y risottos, añadiéndola al final para que su cremosidad se derrita ligeramente sin cocinarse en exceso. También marida muy bien con higos, prosciutto o incluso mermeladas de frutas, creando contrastes interesantes entre lo dulce y lo salado. Su uso en la cocina es un testimonio de cómo un ingrediente humilde, pero bien elaborado, puede elevar una comida a una experiencia gastronómica.
Almacenamiento y Consejos para su Consumo
Dado que la burrata es un queso fresco y delicado, su almacenamiento y consumo adecuados son clave para disfrutarla en su mejor momento. Debe conservarse en el refrigerador, preferiblemente en su propio líquido de conservación o suero, para mantener su frescura y evitar que se seque. Una vez abierto el envase, es recomendable consumirla en uno o dos días para asegurar su óptima calidad.

Antes de servirla, se aconseja sacarla del refrigerador unos 30 minutos a una hora antes para que alcance la temperatura ambiente. Esto permite que su interior cremoso se ablande y libere todos sus aromas y sabores, ofreciendo la experiencia sensorial completa para la que fue diseñada. Evitar congelarla es importante, ya que el proceso de congelación puede alterar irreversiblemente su delicada textura y arruinar su cremosidad característica.
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