Las infecciones virales, ser operado, la fiebre o el estrés, pueden ser culpables de la caída del pelo. Se denomina efluvio telógeno agudo, y ocurre cuando se altera el ciclo de crecimiento; pero gracias a la ciencia, es reversible.

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La infección por COVID-19 ha multiplicado los casos de efluvios telógenos agudos en pacientes que ya superaron la enfermedad. Los folículos que entran en la fase de caída, en unos dos o tres meses luego del proceso estresante, vuelven a fabricar uno nuevo, según el director de Tricología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, Sergio Vañó.

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Aquellas personas contagiadas de COVID-19 entre marzo y abril experimentaron caída del cabello tres o cuatro meses después. Un estudio, que contó con más de 200 pacientes, fue coordinado por Óscar Muñoz, experto del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

La investigación determinó cuáles son las características de esta caída de pelo. El estudio señaló que un 10% de los participantes pasaron el coronavirus de forma asintomática, junto a la manifestación de la caída del pelo.

«Los pacientes refieren que perdieron volumen o notaron una pérdida de cabello en la coleta e incluso densidad en las entradas», dijo Muñoz.

Caída de pelo: más común en mujeres

Esta situación no es una manifestación única del COVID-19. Dentro de los espectros normales, cada día se caen cien pelos y nacen muchos más. Pero bajo el telógeno, se caen de 300 a 400 cabellos.

Junto a la caída de pelo por COVID-19, está la caída de cabello por estrés. Esto hace que coja fuerza el efluvio telógeno, que tiende a desaparecer luego del fenómeno estresante que lo produce.

Durante el lavado del cabello es cuando se muestra más que la persona sufre de caída de cabello. Eso no significa que se caiga al humedecerlo, sino que al estar el agua y el champú sobre el cuero cabelludo, el pelo comienza a deslizarse. Lavarse el pelo no implica que se vaya a caer.

Con información de: CuídatePlus

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