La candidiasis vaginal es una infección común que ocho de cada diez mujeres experimentarán al menos una vez en su vida. Si has sentido un intenso picor, ardor o has notado cambios en tu flujo vaginal, es probable que ya conozcas los síntomas que causa el hongo Candida albicans. A pesar de ser una afección frecuente, su impacto en la salud es a menudo ignorado.
Aunque existen tratamientos eficaces para combatirla, la candidiasis sigue siendo un problema de salud persistente. Su naturaleza recurrente, sumada a los desafíos sociales y médicos, hace que esta infección sea mucho más compleja de lo que parece. Es fundamental entender por qué sigue siendo un problema tan común.

Síntomas y factores de riesgo
La candidiasis vaginal aparece cuando se altera el delicado equilibrio de la flora vaginal. Aunque la Candida está presente de forma natural, una serie de factores pueden hacer que prolifere sin control, causando síntomas muy molestos.
- Picor y ardor: Son los síntomas más comunes y persistentes en la zona genital.
- Flujo vaginal: Suele ser más denso de lo normal, con una consistencia similar al requesón.
- Desequilibrio de la microbiota: Causado por el uso de antibióticos, ropa ajustada o humedad excesiva.
- Factores como el estrés y cambios hormonales: Pueden influir en la proliferación del hongo.
El problema va más allá del tratamiento
La persistencia de la candidiasis no se debe solo a factores biológicos. En muchos lugares, la falta de acceso a servicios de salud de calidad limita el diagnóstico y el tratamiento adecuado. El problema se agrava cuando los profesionales de la salud minimizan los síntomas, haciendo que las pacientes se sientan incomprendidas.
Esta falta de empatía puede llevar a un diagnóstico incorrecto o a un tratamiento ineficaz, lo que perpetúa la infección y genera frustración. Por ello, la solución a la candidiasis no es solo médica, sino también social y educativa.
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Una solución integral es necesaria
Para reducir el impacto de la candidiasis, se requiere un enfoque integral. Una mejor formación médica que considere la perspectiva de género es esencial para que los profesionales tomen en serio las preocupaciones de sus pacientes. Además, una educación sexual más completa puede ayudar a prevenir las infecciones.
Se necesitan nuevos métodos de diagnóstico más accesibles para que las mujeres puedan identificar la infección a tiempo. La investigación de nuevos fármacos y el desarrollo de una vacuna son pasos vitales para ofrecer una solución a largo plazo y poner fin a este problema tan común.

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