Decidir comenzar de nuevo no siempre es tarea sencilla. Iniciar nuevamente un tratamiento de fertilidad, conlleva una preparación integral desde diferentes planos: emocional, personal, de pareja, médico e incluso económico
Nos tomó casi un año llegar al anhelado momento de volverlo a intentar, fue un año de muchísimo trabajo, personal, médico, emocional y por supuesto económico. Luego de llevar años en este camino, prepararte cada día se hace más complejo; pues sin duda alguna hay desgaste, sobre todo en el aspecto económico. Para nadie es un secreto lo costoso que es todo este tipo de tratamientos; y todo lo que en sí implican, sin la garantía de que será un solo intento para poder lograrlo.
Luego de la partida al cielo de mi bebita, les juro que no hubo día que más anhelara que el día de estar de nuevo en esa sala y recibir en mi vientre nuevamente vida. Y mis ganas no eran las de sustituir un hijo por otro, para nada. Mi hija Alaia siempre tendrá su lugar en mi familia, es nuestra primogénita y nada puede sustituirla. Pero una vez que -tras tantos negativos- lo has logrado, tienes mayor certeza de que sin duda es posible; y es difícil esperar para volverlo a intentar
Pero el camino no fue sencillo para llegar a este momento soñado. Médicamente tuve que pasar por dos intervenciones quirúrgicas complejas. El debido reposo de ambas cirugías; todo el seguimiento médico tras una pérdida gestacional y, por supuesto, lograr tener el dinero para ir nuevamente a tratamiento de fertilización in vitro.
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Pero como el premio -el que persevera vence-, llegó el gran día. Sí, ese día en el que mi cuerpo estuvo listo para recibir a un grupo de células que darían paso a nuestro bebe. Un año después de enfrentar tantas cosas, puedo confesarles que mis ganas podían más que mis miedos; me entregué en cuerpo y alma a esta nueva oportunidad,y me permití vivirlo a plenitud.
Si bien siempre estuve clara que no se tiene la seguridad de un positivo, me permití creer en que era posible; que estábamos en el momento perfecto y que lo disfrutaría el tiempo que Dios me permitiera tenerlo
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Y así pasaron 12 días; entre sueños, síntomas que no sabes si son del cuerpo o de la mente; entre la adrenalina de qué va a pasar y las ilusiones que esta vez podamos llegar hasta el final. No era día de prueba, pero ya estaba en el punto que necesitaba saber; y accedí a hacer una prueba de orina, sabiendo que aún faltaban unos días… ¡buuum, sale positiva y vuelves a comenzar a soñar!
Pero a diferencia de mi embarazo anterior, entre la emoción y la incredulidad, sentía algo distinto que no me dejaba realmente creerme que estaba embarazada; así llegamos al verdadero día, a la prueba legal en el día que correspondía; pasaron dos horas que parecieron eternas para recibir el esperado correo, que cargaba consigo la palabra más desgarradora para quien llevaba un año soñando “NEGATIVO”.
Sientes que es como una espada que te atraviesa el corazón y entiendes por qué te había costado creerte el positivo de la primera prueba; el cuerpo es sabio, el cuerpo sabe, es ese resultado que tu mente sabe y entendía. Pero ante el que tu corazón se hacía el loco y no quería saber; porque sin duda alguna es un resultado que el alma no sabe procesar.
Y comienzas a bajar a toda velocidad de esa montaña rusa que te había mantenido arriba; con la adrenalina a mil, para caer en la loma más baja en la que ni llorar te alivia el alma. Es que si hay mujer que ha vivido emociones somos las que el camino de la maternidad no se ha hecho sencillo.
Soñé quince días a la velocidad de un año, me lo disfruté; y a pesar del golpe, no me arrepiento. Me volví a ilusionar con las mismas ganas; o hasta más que la primera vez. Le hablé, le canté, le conté de ustedes, de lo mucho que tantas personas nos quieren, que han soñado, reído y hasta llorado con nosotros.
Lamentablemente, ese camino es así; a veces se logra rápido, otras tantas no se logran tan rápido; y esta vez fue así para nosotros, nos tocó despedirnos nuevamente de esta gran aventura llamada embarazo.
Hoy quizás nos cuesta entender los planes de Dios; pero siempre dicen que cuan más grande sea la tormenta, mayores serán las bendiciones, confiamos plenamente en esa promesa.
No sé qué tormenta estés atravesando en este momento, pero sé que en tu corazón tienes las fuerzas para levantarte. Muchos quizás dirán que no vale la pena ilusionarse y soñar así si sabes que no siempre las cosas se darán; pero yo digo que no vale la pena vivir todo este proceso si no entregas todo tu corazón en el independientemente de lo que pase
Sin duda alguna son experiencias que te permiten crecer, aprender y hasta soñar con el día que Dios te sorprenderá.
No niego que en esos momentos de oscuridad he pensado rendirme; pero siempre hay alguien que aparece para recordarme que cada cosa que vivimos tiene un propósito; y que los sueños no se negocian, ni tienen tiempo de caducidad.
Y aquí estoy de regreso con ustedes, con las que se han identificado con mi historia; a las tantas que me han dejado tomarles la mano, las que me han confiado sus más profundos miedos y sentimientos; las que se han levantado y las que felizmente lo han ido logrando cuando pensaron que ya no había manera.
No han sido momentos sencillos, pero sin duda alguna el mejor regalo que he recibido es cada uno de ustedes, los que me acompañan, los que me leen, cada uno de los que sueña ver este anhelo cumplido tanto como nosotros, cada mano que sin saberlo nos ha ayudado a levantar cuando ni siquiera nosotros mismos hemos tenido las fuerzas.
A ti, mami de corazón, que tienes en tu corazón este sueño tanto como yo, no te rindas, deja actuar a Dios, pero has tú también tu parte. Prepárate cada día para alcanzar tu sueño, no dejes de insistir, no dejes de perseverar, no dejes que nadie te corte las alas, porque no hay nada más duro que el día de mañana preguntarte qué hubiera pasado si lo intentaba una vez más, qué hubiera pasado si insistía un poquito más, qué hubiera pasado si hubiera luchado un día más.
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El futuro es incierto, no sabemos qué nos depare, pero si de algo estamos seguros es que el hoy es nuestra responsabilidad y lo que hoy seamos capaces de hacer sin duda alguna tendrá un impacto en el mañana.
Y está bien si hay días que no te sientes bien, está bien quizás sentir que has perdido el control, está bien perder el ánimo todo esto es parte de sanar, es parte de ese balance que necesitas en tu vida para seguir creciendo, para seguir evolucionando, sobre todo para renacer a ese nuevo despertar que te permita decir nuevamente SÍ PUEDO, SÍ QUIERO Y SÍ VALE LA PENA LUCHAR.
No tengas dudas de que siempre existirán personas en tu camino que estén orando por ti y tú no sepas, son esas oraciones las que más te cuidan, las que más te protegen, las que más te demuestran cuánto amor y cuidado tiene Dios para ti
Hoy ya pasó un año de que mi hija se fuera al cielo, ya pasó un mes de soñar con su hermanita/o y que este no se diera. Ya estoy lista para seguir intentando, para no darme por vencida y con mi ejemplo en un futuro, que esperamos sea muy cercano, enseñarte que los sueño se hacen realidad.
El día que decidí hacer publica mi historia asumí que propósito que Dios había sembrado en mi vida con esta prueba y decidí vivirlo. Decidí mostrarme vulnerable, aunque muchos me vean fuerte, decidí abrir mi corazón para el que necesite, saber que no estás sola, que no lloras sola y que no es algo que solo te pasa a ti.
Renacerá la esperanza y de seguro llegará una nueva oportunidad para soñar, tienes permitido caer, pero solo para tomar ese suelo de impulso para volver a alcanzar cielo.
Sigue adelante, ¡no te rindas!
Te abrazo con cariño,
Att: Yuraima Medina
Farmacéutico Mención Sanitario Asistencial egresada de la Universidad Central de Venezuela. Hoy soy especialista en Marketing digital y ventas. También conferencista y espera llevar a muchas tarimas, cómo ha logrado mantener su sueño vivo, como se ha sobrepuesto a los momentos difíciles de su camino, y por supuesto su milagro cuando llegue a sus brazos. Tiene un su primer proyecto editorial “Mi propósito creando vida”.
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