Cuando entrenamos, especialmente en el gimnasio o en sesiones de fuerza, los minutos entre una serie y otra son cruciales. No son solo un tiempo para recuperar el aliento, sino una parte integral de nuestro entrenamiento que puede influir significativamente en los resultados. Surge entonces la pregunta: ¿es mejor quedarse completamente quieto o realizar algún tipo de movimiento activo durante este período de descanso?
La respuesta, como muchas en el fitness, no es un «sí» o un «no» rotundo, sino que depende de tus objetivos de entrenamiento y del tipo de ejercicio que estés realizando.

Descanso pasivo: Quietud y recuperación máxima
El descanso pasivo implica simplemente permanecer quieto, sentarse o incluso tumbarse entre series. Su principal ventaja es que permite una recuperación completa del sistema nervioso central y una resíntesis óptima del ATP (adenosín trifosfato), la principal fuente de energía muscular.
¿Cuándo optar por el descanso pasivo?
- Entrenamiento de fuerza máxima: Si tu objetivo es levantar el mayor peso posible en ejercicios como sentadillas, peso muerto o press de banca, necesitas que tus músculos estén lo más frescos posible para cada serie. Un descanso pasivo de 2 a 5 minutos (o incluso más) es ideal para garantizar la recuperación completa de la fuerza.
- Ganancia de masa muscular (hipertrofia): Aunque la recuperación del ATP es más rápida, la recuperación del sistema nervioso también es importante. Descansos pasivos moderados (60-120 segundos) son comunes para permitir que los músculos se recuperen lo suficiente para mantener una alta intensidad y volumen de trabajo.
- Ejercicios de alta complejidad: Para movimientos técnicos que requieren mucha concentración y coordinación, un descanso pasivo permite reiniciar mentalmente y prepararse para la siguiente ejecución impecable.
Beneficios del descanso pasivo
- Máxima recuperación de fuerza: Permite generar la mayor cantidad de fuerza en cada serie subsiguiente.
- Menor fatiga acumulada: Reduce la fatiga general del cuerpo.
- Enfoque mental: Ayuda a concentrarse en la técnica y el rendimiento de la próxima serie.
Descanso activo: Movimiento y flujo sanguíneo
El descanso activo implica realizar alguna actividad ligera entre series, como caminar, estiramientos dinámicos suaves, o incluso movimientos específicos que preparan el cuerpo para la siguiente serie. El objetivo no es fatigar, sino mantener la circulación y la movilidad.
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¿Cuándo optar por el descanso activo?
- Entrenamiento de resistencia y resistencia muscular: Si tu objetivo es mejorar la resistencia o realizar entrenamientos tipo circuito, el descanso activo puede ser beneficioso. Moverse ayuda a mantener el flujo sanguíneo y a eliminar subproductos metabólicos, como el lactato, de los músculos.
- Calentamiento específico: Entre series de un ejercicio, puedes realizar estiramientos ligeros o movilidad específica para las articulaciones involucradas en el siguiente movimiento. Por ejemplo, si estás haciendo sentadillas, unos estiramientos dinámicos de cadera entre series pueden ser útiles.
- Recuperación activa post-entrenamiento: Aunque no es estrictamente entre series, la idea del descanso activo se extiende a la recuperación después del entrenamiento, donde una caminata ligera puede acelerar la recuperación.
- Preparación para la siguiente serie: En algunos casos, un movimiento ligero y controlado puede servir para «calibrar» el cuerpo para el siguiente ejercicio, especialmente si vas a cambiar de grupo muscular o de patrón de movimiento.
Beneficios del descanso activo
- Mejora del flujo sanguíneo: Ayuda a entregar nutrientes a los músculos y a eliminar desechos metabólicos más rápidamente.
- Mantenimiento de la temperatura corporal: Evita que los músculos se enfríen, lo que puede reducir el riesgo de lesiones.
- Mayor movilidad y flexibilidad: Los estiramientos dinámicos pueden mejorar el rango de movimiento.
- Aumento del gasto calórico: Aunque mínimo, el movimiento continuo contribuye a quemar más calorías durante la sesión.
Consideraciones adicionales y la opción mixta
- Duración del descanso: Los descansos activos suelen ser más cortos que los pasivos, generalmente entre 30 y 90 segundos.
- Tipo de movimiento: Si optas por el descanso activo, asegúrate de que el movimiento sea de muy baja intensidad y no te fatigue. Pequeños balanceos, caminar lentamente, o estiramientos suaves son ideales. Evita cualquier cosa que te haga sudar o te acelere el ritmo cardíaco de forma significativa si tu objetivo principal es la fuerza o la hipertrofia.
- Combinación: Para muchos, la mejor estrategia es una combinación inteligente. Quizás un descanso mayormente pasivo para ejercicios pesados y complejos, y un toque de movimiento activo para ejercicios más ligeros o para mantenerse caliente entre sets en un día frío.
En resumen, la elección entre descanso pasivo y activo no es una cuestión de superioridad, sino de adaptación a tus necesidades. Evalúa tus objetivos de entrenamiento, escucha a tu cuerpo y experimenta con ambas opciones para descubrir qué te funciona mejor. Un descanso inteligente es tan vital para el progreso como la ejecución de los propios ejercicios.
Fuente: vitonica
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30 años. Actualmente tesista de la Licenciatura en Física, mención Física Médica. 9no semestre aprobado. Redactor en mis tiempos libres. ¡Me gusta aprender e innovar en todo! Amante del cine y buen café.

