Nunca hay que subestimar el poder de un abrazo. Esta es una máxima que no pocos psicólogos y demás especialistas de la salud mental afirman; incluso los counching emocionales.
Los efectos de un abrazo en las persona que los recibe, dicen expertos, puede tener el mismo efecto que un fármaco para aliviar un dolor x. Hay un misterio, pues, en la energía de los abrazos, en sus efectos cuasi psicoterapéuticos, que es reconocido por propios y extraños.
Nos gustan los abrazos
Ya en en la antigua Grecia un filósofo como Aristóteles decía que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. O sea, está en cada uno de nosotros aproximarse al otro por casi que una necesidad. De este enunciado heleno se parte para afirman que, esta naturaleza social nos lleva a dar afectos.
Pero no únicamente para sentirnos bien en lo físico y emocional, sino como una forma también de evolucionar como seres sociales y sobre todo, humanos, es decir, desarrollar más empatía, más humanidad por los otros.
El poder de un abrazo y la hormona del amor

Lo primero que hace una madre que da luz a un hijo es abrazarlo rápidamente. En ese instante se produce un efecto de esta hacia el recién llegado a este plano, debido a las oxitocinas que aquella segrega de este primer acercamiento.
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A decir de los entendido en el tema materno, es gracia a la hormona del amor que se genera el vínculo entre madre e hijo en los primero momentos de vida, a través del abrazo.
Es decir, que hablamos que el abrazo dispara una serie de procesos bioquímicos en el organismo del destinatario del abrazo, donde se entrecruzan reacciones y secreciones químicas, como parte de una compleja naturaleza fisiológica del humano en general.
El abrazo y las emociones
Los especialistas en psicología, por ejemplo, hablan que más allá de la romantización del abrazo hay evidencias interesantes que demuestran cómo un abrazo puede ser, en efecto, una regulador de las emociones. De modo que en casos intempestivos, por ejemplo, de episodios de estrés laboral, bastará con un abrazo para apabullar un poco las emociones negativas.
Pero incluso los especialistas han probado, por supuesto, en carne propia que, el poder del abrazo no es una ficción de novelas rosas o románticas, sino un hecho susceptible de medición. Algunos relatan incluso algún momento de su vida en que bastó un abrazo para aminorar las cargas de estrés negativo.
El poder de un abrazo y la madurez evolutiva del niño
Sigmund Freud si bien se interesó en el psicología del niño, del infante, incluso de su sexualidad, serían algunos de sus discípulos los que profundizarían en los estudios pediátricos. Fue el caso de René Spitz, quien propondría el abrazo como un factor o variable que facilita la maduración evolutiva del niño.
Este discípulo de Freud postulaba en unos de sus estudios hechos en centros hospitalarios que los niños que habían sido, por una u otra razón, abandonados, y que eran bien atendidos por el personal del hospital, pero sin darles afectos genuinos como lo haría una madre, se mostraban como personas más díscolas y reactivas a los afectos.
Se creyó entonce que, para que un infante desarrollará sanamente su mundo psíquico, su madurez evolutiva en la adultez, era requisito haber gozado de afectos por parte de su entorno. Pues, creía Spitz que aquellos que no lo recibiesen eran más vulnerables a enfermedades y a patologías psicológicas.
Ausencia de abrazos durante la pandemia
Explican algunos profesionales de la salud mental que, cuando la pandemia estuvo en su pico más alto y las personas se vieron obligadas al confinamiento, se perdió y se ganó, a la vez. Se ganó quizá más seguridad ante el contagio del virus, pero se perdió en la calidad afectiva que se demostraban las personas en su cotidianidad.
Cuando los casos de déficit de afectos son bastante altos entonces es normal que haya trastornos normales, a según de la opinión de expertos. De hecho, el término hambre de contacto se usa entre algunos psicólogos para describir el efecto que padecen personas cuyas vidas están siempre mediadas por la tecnología, donde no existe el poder del abrazo ni sus efectos.
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