¿Por qué perder las esperanzas de volverse a ver?

¿Por qué perder las esperanzas si hay tanto que querer?

Así dice el coro de aquella conocida canción que identifica a los Scouts, y que seguramente hoy corean quienes despiden a sus familiares en el marco de la diáspora que, sin precedentes viven los venezolanos. Sin contar que ya desde el 2007 se considera un problema emergente de salud (mental) pública que amerita ser estudiado con mayor profundidad desde la perspectiva de los determinantes  sociales y la equidad (Eugenia Vilar, Catalina Eibenschutz).

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Los sentimientos se cruzan en la despedida, van y vienen entre abrazos, risas y lágrimas; y se intensifican o se disipan aleatoriamente sin orden ni advertencia.

La felicidad le sonríe a la certeza del futuro mejor, ese que se sabe perdido en la tierra de gracia, en la pequeña Venecia, sobre todo para quienes llevan un plan de segura ejecución. La tristeza, trae el vacío del adiós, de la imagen del reencuentro que se sabe lejos (muy lejos tal vez), sin contar el vacío físico que queda en casa y las rutinas que con el adiós ahora se extinguen sin aquel que ahora no está. La angustia dada por la incertidumbre para aquellos que se van sin plan cierto. No queda atrás la rabia que acompaña a las razones que motivan la migración, porque como se sabe la diáspora actual representa en realidad la huida de las deplorables condiciones de vida que sufre la mayoría de los venezolanos.

Y por supuesto las oraciones y rituales religiosos y de fe, sin importar la creencia, se encienden en la petición de calma para quien se queda y éxito para quien se va.

¿Sufre más quien se queda o quien se va?

La migración transforma sin duda alguna la estructura y funcionamiento de quienes se van y quienes se quedan.

Extrañar sucede igual a quien no está porque se fue o se quedó y en fin, caracteriza a quienes viven la migración. A esta diáspora y los sentimientos que le son propios a este duelo se suman las interpretaciones que se tienen de las motivaciones de la misma, que como ya se ha comentado, mayoritariamente responde a la huida como si se tratase de un desplazado de guerra. Y esto, suma más dolor.

diáspora
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Por qué perder las esperanzas de…

¿Por qué perder las esperanzas de volverse a ver?

Volvemos a esa frase de aquella canción como si fuésemos niños exploradores y así es. Hoy somos niños exploradores en una situación que no anticipamos y para la cual no nos prepararon. Corresponde ahora explorarnos en nuestras capacidades de observación (propia y del entorno) y ajuste para responder a la nueva realidad.

Entonces la virtud de la esperanza se aviva como recurso vital, ella es un estado de ánimo optimista en el cual se cree que aquello que se desea ha de suceder, bien a partir de evidencias interpretadas lógicamente, o con base en la fe. Quien tiene esperanza cree que puede conseguir algo o alcanzar un determinado logro y que aun estando fuera del control propio, lo deseado sucederá.

Recuerde algo, la esperanza no es suficiente, usted debe hacer que las cosas sucedan, que la esperanza sea el motor de sus acciones de logro.

Adiós, y ahora qué

Luego del adiós se activa un proceso de adaptación que genera estrategias más o menos eficaces para mantener los vínculos familiares, entre ellas la esperanza. Afortunadamente hoy los dispositivos tecnológicos acercan a quienes separan las fronteras. Pero esto es
sin duda insuficiente, usted se fue o se quedó y eso es lo tangible, así que:

  • Acepte que se fue o se quedó y eso tiene sus implicaciones.
  • Haga una auditoría de su vida, valore y premie sus logros, reedite o desempolve las metas pendientes, aun hay tiempo de lograrlas si es que quiere.
  • Ocúpese, solo usted sabe que es eso que le hace sentirse bien y vital, así que hágalo.
  • Reanime sus relaciones o haga unas nuevas, sobre todo en apoyo a la vida que ahora quiere vivir sin aquel que ahora no está.
    Identifique qué del cambio dado por el adiós le gusta y disfrútelo tanto como pueda, siempre que sea saludable.
  • Dese permiso a la tristeza y la nostalgia, contacte como pueda a quien extraña y déjeselo saber con agradecimiento de lo vivido y entienda que la vida cambió para todos, eso incluye considerar los husos horarios, adáptese.
  • Recuerde que alguna vez usted se fue de su casa, es ley de vida.

Al final, cierto es que los retos ponen a prueba nuestras capacidades de ajuste y respuesta.

Siempre hay razones para ser felices sin negar la existencia de emociones opuestas que también nos definen como humanos.

Más temprano que tarde es la hora del reencuentro y debemos estar vivos y bien para ese momento…!

Hernán Hernández

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