Sí he estado rota y quizás ni lo has notado, es porque he mantenido mi sonrisa y esas ganas de no detenerme; y es que, en mi caminar, aprendí muy pronto que el optimismo o esa marcada tendencia a enfocar mi vida a través de un lente que acentúe lo bueno sobre las dificultades, es un excelente protector para nuestra salud, metas y sueños.

En mi transitar en el camino de la fertilidad, he pasado por tantas etapas y emociones; pero si de algo no tengo dudas, es que la tendencia a pensar en positivo está programada en mi equipaje genético y forma parte de mi instinto de vida. Cuando he estado más conectada con esto, las cosas han fluido mejor de lo que yo misma podía imaginar

Desde que el ser humano llegó a este mundo, hemos ejercido el optimismo; lo que se refleja en la ilusión de tener una pareja, el adaptarse a los cambios y el constante progreso como individuos y colectivo.

Aunque el ser optimista pareciera ser normal y abunda mucho más de lo que nos imaginamos, me llama la atención el cómo se lleva su valoración. Por ejemplo, hay países donde el optimismo tiene mala prensa, se mantiene en secreto y en ocasiones se opta por la queja.

Y creo que esto obedece a que durante siglos algunos escritores han equiparado el optimismo con la ingenuidad o incluso con la ignorancia

Se ha demostrado que el pensamiento optimista es perfectamente compatible con la sensatez, no implica irreflexión y mucho menos un falso sentido de invulnerabilidad.

Está muy bien descrito que antes de tomar decisiones importantes, los optimistas sopesamos las ventajas y los inconvenientes; mientras que por otro lado, los pesimistas se enfocan únicamente los inconvenientes.

Esta forma de pensar, sin duda alguna, ayuda a luchar sin desmoralizarnos para superar los obstáculos; porque, aunque vas enfocado en los mejores resultados, estás claro de que se pueden presentar inconvenientes.

Y usar el optimismo como herramienta aplica para todo en la vida. Y en el camino de búsqueda de un hijo sin duda alguna es muy importante, ya que hay muchos momentos en los que no queda más remedio que esperar

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Optimismo
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¿Por qué se hace tan difícil? ¿Es mejor ser optimistas o pensar que puede irnos mal?

Cuando tienes un problema de fertilidad y la maternidad ha retrasado su llegada, existen muchos tiempos de espera, estés pasando o no por tratamiento de reproducción asistida.

Esperas mes a mes anhelando un retraso de tu período, también para conocer los resultados de los diferentes exámenes que te mandan a realizar para ver si requieres algún medicamento, para que te digan si los folículos crecen, para saber si los ovocitos son buenos o los embriones progresaron….

Es una gran espera constante, en la cual aprendes y entiendes que en este camino hay que soltar el control.

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¿Y qué nos pasa cuando esperamos?

Llega la gran incertidumbre. Y la incertidumbre es para el ser humano una de las pruebas más difíciles, o al menos así ha sido para mí, porque implica transitar como en un vacío, donde no hay lugar al que agarrarse de manera segura ni existe la certeza sobre cómo será el futuro, el bendito futuro donde nos encanta vivir.

Y desde el punto de vista de muchos profesionales de la psicoterapeuta se considera un período de duelo. Ya que por decirlo de alguna manera la pareja ha perdido la posibilidad de ser madre o padre, aunque esto tan solo sea temporalmente, pero nace en sus mentes la pregunta si finalmente podrán recuperarla.

Como esta espera puede durar varios meses, incluso años, mantenerse con la incertidumbre durante tanto tiempo puede llegar a ser muy estresante. Así como también generar ansiedad o estados depresivos en algunas parejas.

¿Dónde está el verdadero reto?

El verdadero reto resulta más grande, en cuanto a las emociones que se viven, porque se viven dos emociones opuestas: el miedo al fracaso y la esperanza de lograrlo, siempre lo he descrito como una gran montaña rusa emocional.

Para muchos ha sido así: “Tener la ilusión más grande del mundo y luego recibir el golpe es más duro por no lograr el éxito y es allí entonces que llega la tristeza”.

Entonces… ¿soy optimista o mejor no me ilusiono?

Y es tan difícil tan solo pensar qué hacer, que incluso he llegado a ver personas agarrarse ciegamente a una postura y negar totalmente la otra.

Y yo, tras cada una de mis vivencias, creo que es mejor integrar las dos. Parece loco verdad ¿Cómo lo hago? En lugar de elegir una y rechazar la opuesta, se trata de poder mirar los dos lados de la moneda, aceptar que puedo sentir miedo por no tener un hijo y a la vez esperanza de lograrlo. Es como permitirte tener en tu casa a dos invitadas que son muy diferentes entre sí.

Pero… ¿cómo se hace eso?

Lo primero es entender que ambas emociones son válidas y tienen una intención positiva.

El miedo por un lado nos alerta de que algo puede ir mal, nos mantiene con los pies en la tierra de todo lo que puede suceder, nos ayuda a prepararnos para atrapar el golpe si llega y así evaluar nuevamente todas nuestras alternativas.

El optimismo por otro lado nos recuerda que siempre hay alternativas, que no se ha perdido la guerra sino tan solo un asalto, que seguimos aquí con vida y que la vida corre por nosotros y nos anima a seguir intentándolo, a levantarnos ante las adversidades

Soy fiel creyente de que el verdadero peligro está cuando escogemos un solo escenario. Ya que, si miramos solo la esperanza, los obstáculos que se nos presenten serán insoportables para nosotros y reponernos será muy difícil.

Por otro lado, si vivimos en el miedo la depresión y la tristeza pueden inundarnos. Escuchar a ambas emociones ayuda a transitar mejor el proceso y a aceptar nuestros sentimientos, sean los que sean.

Así que espera con optimismo la llegada de ese final feliz antes de escribir el último capítulo de tu historia en este caminar.

Un capítulo que comenzará quizás con inyecciones, controles y muchos exámenes, pero que te enseñará a vivir intensamente…

¡Sigue, sigue…! ¡Aguanta como una campeona que cada día falta menos! Y esta vez es posible que sea la vez de tus sueños, no te quedes jamás con el que hubiera pasado si… te puedo asegurar que nada debe doler más que pensar si ese hubiera sido mi intento ganador.

Y verás que de repente, con mucho camino recorrido y muchos obstáculos vencidos, allí estarás con tu pareja frente a uno de los momentos más importantes de sus vidas. Ese día donde un “positivo” los haga enloquecer de emoción…

Y allí, entre abrazos, sonrisas y lágrimas, acabará una etapa y comenzará otra que durará el resto de sus vidas.

Cambiarán ecos vacíos, por ecos llenos de vida y un sonido a todo pulmón de un corazón que grita con todas sus fuerzas he llegado para que seamos la familia más feliz del mundo.

Los abrazo fuerte.

Yuraima

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