La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta el sistema nervioso central, causando una amplia gama de síntomas y discapacidad progresiva. Sin embargo, un estudio reciente publicado en el Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry ha revelado que el consumo regular de pescado blanco y azul podría ralentizar la progresión de la discapacidad en personas con EM. Esta investigación abre una nueva puerta a estrategias nutricionales que complementan los tratamientos convencionales.
El estudio, realizado en Suecia, analizó datos de 2.719 personas con EM recién diagnosticada. Los participantes proporcionaron información sobre sus hábitos alimenticios, incluyendo el consumo de pescado. Los resultados mostraron que aquellos con un mayor consumo de pescado tenían un riesgo significativamente menor de experimentar un empeoramiento de la discapacidad.

¿En qué consistió la investigación?
- Se analizó el consumo de pescado blanco y azul en 2.719 personas con EM recién diagnosticada.
- Se clasificó el consumo de pescado en tres categorías: nunca o casi nunca, entre una y tres veces al mes, y semanalmente.
- Se monitoreó la progresión de la discapacidad durante 15 años utilizando la Escala Expandida del Estado de Discapacidad (EDSS).
- Se encontró que un mayor consumo de pescado se asoció con un menor riesgo de empeoramiento de la discapacidad.
- Se sugiere que los ácidos grasos omega-3 y la taurina, presentes en el pescado, podrían ser los responsables de estos beneficios.
Beneficios y mecanismos de acción
Los ácidos grasos omega-3, conocidos por sus propiedades antiinflamatorias, podrían reducir la inflamación en el sistema nervioso central, un factor clave en la EM. La taurina, un aminoácido con propiedades antioxidantes, podría proteger las células nerviosas del daño. La combinación de estos componentes podría contribuir a ralentizar la progresión de la discapacidad.
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Consideraciones y futuras investigaciones
A pesar de los resultados prometedores, es crucial reconocer las limitaciones del estudio. Al ser de naturaleza observacional, no se puede establecer una relación de causalidad definitiva. Se necesitan investigaciones adicionales para confirmar estos hallazgos y determinar la cantidad óptima de pescado para personas con EM.
En conclusión, la inclusión de pescado en la dieta se presenta como una estrategia complementaria prometedora en el manejo de la EM. A medida que avancen las investigaciones, se espera obtener una comprensión más profunda de los mecanismos involucrados y establecer recomendaciones nutricionales precisas.

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