Gracias a los avances del cambio climático, en Europa aumenta el riesgo a ciertas enfermedades tropicales, según el Centro Nacional de Medicina Tropical (CNMT); una dependencia del Instituto de Salud Carlos III; por lo que Europa podría ser una zona caliente de estas patologías.
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Como ejemplo de estos casos, están el paludismo y la malaria; enfermedades consideradas eliminadas en España en 1964; pero de las que siguen apareciendo casos, importados por personas que vienen de esos países, donde su prevalencia es mayor.
Sin embargo, son más amplios los brotes de arbovirus; como el dengue, chikungunya o zika; transmitidos por el mosquito aedes albopictus. Se trata de una especie invasora; que se asentó en el Mediterráneo y que se distribuye desde Cataluña hasta Portugal.
La pandemia de la COVID-19 frenó de inmediato los vuelos internacionales; pero estos siguen siendo la principal vía de entrada de las enfermedades tropicales
Para controlarlas se creó, hace más de diez años, la red cooperativa +Redivivi, que recoge datos sobre los pacientes. Además, tiene información de las medidas preventivas realizadas, motivos de la consulta y diagnósticos finales. El objetivo: evaluar el impacto de la patología importada en España.
Para que la patología de estas características logre asentarse, nuestro entorno debe mantenerse estable y perdurar en el tiempo, mediante la transmisión comunitaria.
Otra enfermedad es el mal de Chagas, enfermedad endémica en América Latina. Se trata de una dolencia emergente en España. Gracias a la inmigración procedente de esas zonas se ha convertido en un potencial problema de salud pública.
Aunque no está considerada una enfermedad tropical, la fiebre hemorrágica de Crimea Congo es una de esas dolencias exóticas emergentes; la cual parece haber llegado a Europa para quedarse.
