A menudo, sus síntomas pasan desapercibidos o se confunden con otras condiciones propias del envejecimiento, lo que dificulta un diagnóstico y tratamiento oportunos
Los trastornos alimentarios en adultos mayores constituyen un problema real y silenciado. Conoce los síntomas, causas y cómo actuar. ¡Sigue leyendo!
| Imagen superior de Tima Miroshnichenko en Pexels.

Históricamente, se ha asociado a los trastornos alimentarios (TCA) con la adolescencia y la juventud. Sin embargo, estudios recientes han revelado una realidad preocupante: estos desórdenes también afectan a un número significativo de adultos mayores.
¿Por qué aparecen los trastornos alimentarios en la tercera edad?
Los factores de riesgo en personas mayores son distintos a los de los jóvenes, y están relacionados con cambios físicos, psicológicos y sociales propios de esta etapa de la vida.
- Factores psicológicos:
- Pérdidas y duelos: La pérdida de seres queridos, la jubilación y la disminución del círculo social pueden desencadenar depresión, ansiedad y soledad, que son factores de riesgo importantes para el desarrollo de un TCA.
- Baja autoestima: Algunos adultos mayores pueden experimentar una preocupación por su imagen corporal y un sentimiento de inutilidad, que los lleva a buscar control a través de la alimentación.
- Deterioro cognitivo: En casos de demencia o Alzheimer, los cambios en el cerebro pueden alterar los hábitos alimenticios, provocando que la persona olvide si comió o no, lo que puede llevar a una ingesta excesiva (hiperfagia) o a la negativa a comer.
- Factores físicos:
- Enfermedades crónicas: Condiciones como la diabetes o la hipertensión requieren dietas restrictivas que, si no se gestionan adecuadamente, pueden evolucionar a un TCA.
- Cambios en el metabolismo: El envejecimiento conlleva una disminución de la masa muscular y un aumento de la grasa corporal, lo que puede generar una preocupación excesiva por el peso.
- Problemas de salud bucal: Dificultades para masticar o tragar (disfagia), así como la pérdida de apetito (hiporexia) debido a medicamentos, también pueden influir.

Tipos de trastornos alimentarios y sus síntomas
Los trastornos alimentarios en adultos mayores pueden presentarse de diferentes maneras, y su detección es complicada. A continuación, se detallan los más comunes:
- Anorexia nerviosa: Es el menos frecuente, pero el más grave. El paciente restringe severamente su ingesta de alimentos por un miedo irracional a engordar.
- Síntomas: Pérdida de peso extrema, debilidad, sensación constante de frío, piel y cabello quebradizos. En adultos mayores, estos síntomas pueden ser erróneamente atribuidos a la edad o a enfermedades crónicas.
- Bulimia nerviosa: Se caracteriza por episodios recurrentes de atracones seguidos de conductas compensatorias, como el vómito autoinducido o el uso de laxantes.
- Síntomas: Inflamación de las glándulas salivales, dolor de garganta crónico, problemas dentales, y un fuerte sentimiento de culpa y vergüenza después de comer.
- Trastorno por atracón: Es el más común en esta población. Consiste en comer grandes cantidades de comida en un corto período de tiempo, sin control, y sin conductas compensatorias.
- Síntomas: Aumento de peso, obesidad, y sentimientos de culpa o depresión después de un atracón. Este trastorno puede empeorar condiciones preexistentes como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.

Desafíos en el diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de un TCA en adultos mayores es un reto. A menudo, los profesionales de la salud no consideran los trastornos alimentarios como una posibilidad en este grupo demográfico. Además, los pacientes suelen ocultar sus síntomas por vergüenza, lo que dificulta aún más la detección.
El tratamiento debe ser integral y personalizado, con un enfoque multidisciplinario que incluya a médicos, nutricionistas y psicólogos. Es fundamental tratar la salud física y mental al mismo tiempo, abordando las causas subyacentes de la enfermedad. El apoyo familiar también juega un papel crucial para ayudar al paciente a recuperar hábitos alimentarios saludables y a sanar sus emociones.
Si observas una preocupación excesiva por el peso, cambios drásticos en los hábitos alimenticios o pérdida de peso inexplicable en un familiar mayor, es importante buscar ayuda profesional para descartar un trastorno alimentario y garantizar el mejor cuidado posible.
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