Para hacer una buena parrilla no es necesario ser un maestro de la cocina, ni tener los instrumentos más costosos para prepararla; solo hace falta buena voluntad.
Ingredientes:
- Carne para asado
- Sal y pimienta (o cualquier condimento que te agrade)
- Aceite de oliva
El primer paso es encender la parrillera. Lo ideal es que lo hagas con carbón, aireando luego de encender las piedras, para que esta no se apague en medio de la preparación. Al usar carbón, procura dejar una montaña bien hecha, de aproximadamente 12 centímetros de alto y enciéndela con un fósforo.
Ten cuidado, siempre que usas fuego, debes tomar todas las precauciones, para evitar accidentes.
En segundo lugar, debes escoger la carne. Para las parrillas, los cortes tipo puntas o solomo son ideales; estos de por sí ya vienen blandos, pero si quieres (o desconfías del carnicero), dale un par de golpes con un martillo de cocina. Si no lo tienes, usa el mango del cuchillo.
Adoba la carne: ese es el secreto de una buena parrilla. Con sal y pimienta al gusto, te darás un manjar y sorprenderás a los invitados.
El tercer paso es la clave; expertos adoban con mayonesa y mostaza, pero si consideras que es algo muy avanzado, puedes quedarte con lo sencillo, que no fallará.
En cuarto lugar, ubica la carne en la parrilla, en un lugar en que sea de fácil acceso, que puedas retirar sin riesgo de quemarte. Dale vueltas cada dos minutos, para lograr el sabor que tanto deseas.
La carne a la parrilla tiene un sabor excelso; la mayoría de las personas escoge cortes de solomo o punta trasera, a término medio
Comer las carnes muy rojas puede traer problemas estomacales como diarrea y reflujo. Si deseas hacerlo, puedes sazonar con cerveza o vino, para darle un sabor más agridulce a la carne. Esto, por razones obvias, depende del gusto de los comensales.
Tal y como en los restaurantes, sirve la carne en tablas de madera. Eso retrasa el enfriamiento y le da un sentido estético al plato. Si usas parrilleras a gas, ten cuidado con la presión que puedas ejercer. Los accidentes de este tipo son sumamente comunes, y generalmente son desastrosos.