Producto de la aparición del coronavirus, surgió una pandemia, debido a su rapidez de contagio y afecciones respiratorias letales. La Organización Mundial de la Salud (OMS), ilustró a los gobiernos sobre las medidas preventivas para evitar su propagación

Violencia doméstica en tiempos de incertidumbre – por la Dra. Navidia García

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Esta exhortación a nivel  mundial comprendió, entre otras, el aislamiento social. Para mantener a la población en casa, en muchos países se decretó cuarentena social preventiva. Las actividades laborales y educativas quedaron suspendidas exigiendo a todos los miembros de la familia compartir muchas más horas de las que habitualmente estaban acostumbrados.

De allí nace una nueva dinámica familiar, en la cual ciertos aspectos que estaban velados aparecieron dentro de la convivencia familiar; como fue la angustia, baja tolerancia, no saber qué hacer con el tiempo libre dentro de la casa, jugar con los niños, la incertidumbre sobre los riesgos de enfermar, el uso indebido de los medios tecnológicos de información, recargar en un solo miembro de la familia los quehaceres del hogar, entre otros; lo que produjo además un alto nivel de violencia verbal y física.

Esa violencia se convirtió en acciones basadas en las desigualdades en el marco de la dominación del más débil con algunas consecuencias físicas, psicológicas y sexuales. En muchos casos basadas en la cultura machista, la cual se le exige o es forzada la mujer bajo intimidación a interactuar de manera sexual, puede haber acto sexual o no, manoseo, exposición obligantes actos sexuales, acoso sexual. Esto es llamado violencia de género.

Violencia doméstica
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Es importante resaltar que la violencia de género no es exclusiva del hombre hacia la mujer, aunque en menor cuantía también hay hombres víctimas

Las consecuencias son devastadoras para la víctima y los hijos, quienes son observadores silentes de estos hechos. A nivel psicológico, la intimidación no permite la denuncia o la búsqueda de ayuda profesional, por temor o por suponer responsabilidad ante lo sucedido. También genera un entorno familiar desagradable, que impide la armonía y el bienestar, una expresión inadecuada del afecto, hijos con conductas disruptivas, quienes inclusive pueden asumir la violencia domestica como un patrón de comportamiento “normal”.

Violencia doméstica

Por consiguiente, estas conductas traen, inclusive, altas cifras de feminicidio en muchos países del mundo. Cabe destacar que estos se originaron como consecuencia de la violencia doméstica. En algunos países, sus legislaciones contemplan sanciones y para otros no es un delito. Así como algunas religiones refuerzan el poder del hombre, exigiendo a la mujer sumisión y obediencia.

Este aspecto tiene un componente cultural: hombre proveedor y mujer doméstica. Una estructura social del patriarcado aún vigente en el siglo XXI. El hombre se cree superior, por ser el sostén económico del hogar. “Les da de comer” y el trabajo de organización y mantenimiento de la casa corresponde a la mujer; este se desvaloriza, haciéndolo extensivo a ella. Aunque hay mujeres que pueden proveerse su manutención, siguen culturalmente bajo este esquema, e igualmente son afectadas por la violencia.

Agresor- víctima

En este comportamiento violento conseguimos dos protagonistas, el agresor y la víctima. Del agresor podemos ubicar dos prototipos según sus conductas. Uno con baja autoestima, inseguro, con pocas destrezas comunicacionales para expresar sus emociones; y un segundo, que carece de empatía, que es manipulador, y exige atención permanente y exclusiva. Aunque se muestra seductor, sus exigencias y deseos están por encima de los derechos de los demás; él solo busca gratificaciones, ignorando las necesidades afectivas de la otra parte.

En cuanto a la víctima, en algunos casos cree ser la culpable de provocar esas conductas; por lo tanto no se siente en esa posición de víctima. Y cuando lo asume, no denuncia ni busca ayuda, por temor a las represalias por parte del agresor, o por temor a que no le crean.

Por lo anterior podemos decir que ambas partes tienen una visión distorsionada de lo que es una relación de pareja. Ignoran aspectos importantes de la unión conyugal, como son la confianza, el respeto, la tolerancia, la libertad y el amor.  Provienen, en la mayoría de los casos, de hogares disfuncionales donde la violencia era parte de la cotidianidad.

Violencia doméstica
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¿Qué hacer ante la violencia doméstica?

  • Reconocer que estás en un relación abusiva.
  • Separar a la persona del problema al realizar reclamos
  • Entre todos los miembros de la familia buscar soluciones a los problemas, en beneficios de todos.
  • Escuchar detenidamente antes emitir opinión
  • Fundamentarse en los valores de solidaridad, responsabilidad, respeto y cooperación.
  • Concordancia con el pregón de no violencia.
  • Valorar  la relación armónica de la familia.
  • Acudir a terapia familiar.

Si la situación se torna muy violenta, denunciar ante los organismos competentes y acudir a un centro hospitalario en caso de lesiones.

En conclusión, la violencia domestica no es un asunto privado. Cuando sabemos de agresiones en un hogar, debemos brindar ayuda. Las relaciones sexuales deben ser consensuadas. Quien te ama, te cuida y te respeta.

A tu salud…