En nutrición también hay modas, que quizá no sean beneficiosas para la salud; en los últimos tiempos, pareciera que si no se execra algún nutriente de la alimentación, no cuidamos nuestro cuerpo. Este sucede con el caso de la leche
Al dejar de tomar leche durante un período de tiempo prolongado, deja de producirse la síntesis de la lactosa y los alimentos que antes nos sentaban bien, comienzan a dar problemas. Por lo tanto, la recomendación es moderar el consumo, y no dejar de tomar leche, a pesar de las modas recientes
No obstante, poner de lado el consumo de los productos lácteos, sin un adecuado diagnóstico médico, conlleva importantes riesgos según la alergóloga Elena Sierra y María Garriga, endocrinóloga.
La lactosa es el principal azúcar presente en la leche y en los derivados lácteos. Se trata de un disacarido, lo que quiere decir que está formado por dos azúcares simples, la glucosa y galactosa
“En el intestino existe una enzima, llamada lactasa, que se encarga de digerir la lactosa y desdoblarla en estos dos azúcares. De esa forma se absorben en la pared intestinal”, aseguró Sierra.
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Las personas al ser intolerantes a la lactosa, fabrican muy poca cantidad de esta enzima. El hecho de no poder desdoblar estos dos azúcares. Todo esto genera síntomas típicos de la intolerancia:
- Gases
- Distensión abdominal
- Diarrea
- Dolor abdominal
- Vómitos
Según las expertas, el hecho de que personas sanas sin ningún tipo de intolerancia decidan dejar de tomar leche como parte de una alimentación, conlleva a que el intestino deje de producir lactasa
En los mamíferos esta síntesis tiende a desaparecer. No obstante, en los seres humanos que continúan tomando leche tras la lactancia materna, es dependiente del consumo de la lactosa.
Sí, es cierto que somos los únicos mamíferos que continuamos tomando leche tras el destete, pero eso no es contraproducente.