Siempre digo: grandes sueños traen consigo grandes desafíos. Pero vaya que bien vale el trabajo que se hace con excelencia y compromiso para alcanzar aquello que anhela el corazón. ¿Deseas algo fervientemente? Entonces haz lo que te corresponde para lograrlo

El trabajo arduo da sus frutos | por Carla Acebey de Sánchez

Imagen superior de Maria en Pixabay

Todo empieza con un sueño

Creo que Dios coloca en nuestro corazón la semilla de un sueño. Es parte del contrato que nuestra alma hizo con Dios antes de venir a este plano. Son varios anhelos y muchas metas, claro, pero hay uno que en determinado momento puede ser muy poderoso.

También tengo la certeza de que cuando la semilla de ese sueño está en nosotros, es porque podemos llevarlo a cabo. Tenemos con qué lograrlo aunque a veces nuestros pensamientos y patrones limitantes nos hacen dudar de ello. Por supuesto que no recordamos ese acuerdo de nuestra alma y muchas veces ese anhelo luce lejano o imposible.

El trabajo arduo da sus frutos
El trabajo arduo da sus frutos – Imagen de Karolina Grabowska en Pixabay

No sueltes tan pronto el trabajo necesario para lograr lo que anhela tu corazón.

Hace un par de meses escribí un artículo en el que hablaba de que cuando algo corresponde, es fácil y fluido.

Y luego me quedé pensando en que algunas cosas no son tan fáciles ni ocurren de manera tan fluida, pero bien merecen ese trabajo arduo si se desea disfrutar de lo que se quiere. Y no es que ahora me esté contradiciendo, sólo que a veces el sueño es tan grande, hermoso y poderoso, que aunque luzca cuesta arriba bien vale hacer el esfuerzo.

Por ejemplo: tengo el sueño de una Venezuela que vuelva a la democracia, a la libertad y al progreso. Tengo muy claro, por una parte que yo sola no puedo lograrlo, que este es una meta colectiva. Pero ese deseo es tan fuerte en mi corazón, que aun cuando a veces luzca muy difícil, que no lo lograremos, no me rendiré.

Sé que si bien no está únicamente en mis manos, tengo la posibilidad de influir en mis hermanos y ayudar a que quienes tienen el mismo sueño, se unan a mi. Sé que muchos tenemos ese mismo gran sueño y confío que podamos unirnos a lograrlo

Foto Referencial

Así que lo intento una y otra vez, como ciudadana y desde mi área de influencia. A veces suelto, a veces siento frustración al no verlo materializado. Entonces regreso a la parte más personal y pido guía Divina. Intento guardar silencio en mi mente para poder oír lo que Dios quiere para mí a este respecto. Suelto, disfruto de mis bendiciones pongo mi atención en otras cosas. Y luego vuelvo a ver cómo puedo contribuir a alcanzar el renacimiento de mi amada Tierra de Gracia.

Así que como dije en el otro artículo, merecemos una vida fácil y fluida. Pero también hay momentos donde esos grandes sueños son tan importantes para nosotros que merecen nuestro mayor esfuerzo. Y también requieren de paciencia y persistencia para que a pesar de los obstáculos nos mantengamos haciendo ese trabajo que nos lleve a la meta.

Ver si el sueño viene del Ser o del ego

El ser para mi es la conexión con nuestra esencia y la parte más sabia de nosotros. En el Ser se encuentra ese pedacito de Dios que habita en cada uno. Por el contrario, el ego es esa parte de nosotros que nos mide y evalúa en base a los resultados. El ego necesita tener la razón, sentirse a salvo y que encaja.

Entonces a veces eso que decimos son grandes sueños no vienen de nuestro ser sino de nuestro ego. Y eso hace una diferencia para saber cuándo vale hacer ese trabajo arduo y cuando lo que se requiere es darse cuenta que ese no es el camino para esa persona.

A veces esas metas porque no son verdaderamente nuestras. Con frecuencia nuestro deseos no vienen de ese acuerdo previo que nuestra alma hizo y que describía al principio del artículo. Por el contrario son deseos más bien tomados como nuestros, pero que vienen de lo aprendido socialmente

Por ejemplo: muchos buscan fama y fortuna como una forma de compensar una frágil autoestima. En casos así, nuestros pensamientos limitantes que dicen que valdremos más si logramos determinada cosa. Metas como estas que vienen del ego pueden requerir que pagues un precio muy alto por lo que quieres.

El trabajo arduo da sus frutos
El trabajo arduo da sus frutos – Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Una pista que puede ayudarte a saber ti lo que anhelas viene de tu Ser o tu ego es la siguiente: ¿Buscas alguna forma de reconocimiento? ¿Deseas que una o muchas personas te digan: bravo!!! que bien lo has hecho? Si eso es así, ese es tu ego. De hecho, por ejemplo la fama y la fortuna son la consecuencia de un trabajo bien hecho, pero no una meta per se.

Así que te invito a que hagas una revisión contigo, para primero reconocer cuales son esos grandes sueños que tienes. Luego pregúntate ¿para qué quiero lograr esto? Esas respuestas te darán pistas de si el anhelo es verdaderamente tuyo o no. En el primer caso, no te rindas y trabaja arduamente. Seguro en algún momento estarás disfrutando de la satisfacción de lograr lo que desea tu corazón. ¡Vamos que tú puedes!

A tu salud…