La definición de los embutidos -según los principales diarios de habla hispana- refieren que se trata de tripas rellenas con carne picada; principalmente de cerdo. Tomando en cuenta esto, solo podríamos encontrar en esta definición el salchichón, la sobrasada y el chorizo.
Sin embargo, como embutidos también cuentan los jamones (ibéricos, cocidos y serrano) o el fiambre de pavo o pollo. El embutido plantea dudas relacionadas a la salud, entre ellas, si es bueno comerlos con frecuencia o los riesgos que plantean algunos ingredientes.
Por ejemplo, la piel que recubre el chorizo o el salchichón puede estar hecha de tripa natural; usando partes del intestino del animal o una envoltura artificial, con celulosa, colageno o un material de origen plástico autorizado.
Embutidos y sus riesgos
El polvillo blanco que usualmente recubre el fuet y algunos chorizos, es un hongo; que se encarga de mantener a otros, que sí son dañinos, alejados del alimento. Este se puede quitar, pero no pasaría nada si se come (a menos que no sea natural).
Como no es harina, ese polvillo no supone ningún peligro para las personas celíacas, según algunos nutricionistas. Es conveniente, sin embargo, revisar las etiquetas de los embutidos, ya que se trata de alimentos procesados y pueden tener almidón modificado.
Para los expertos, darle cabida al embutido dentro de una dieta saludable es bueno, mientras no se abuse de su consumo, como todas las comidas. Se recomienda consumir un máximo de 70 gramos de carne roja al día, así como un consumo ocasional de carne procesada.
Además, el consumo excesivo de embutidos favorece enfermedades; como la hipercolesterolemia, el aumento de peso y no se debe olvidar su alto contenido de sal y grasa.
Si es cierto que los embutidos entran en la categoría de carnes procesados, deben consumirse con moderación; no hay que olvidar que existen variedades que no pueden clasificarse en bloque.