El hígado graso es una enfermedad que se caracteriza por la acumulación de grasa en las células hepáticas, lo que puede afectar el funcionamiento normal de este órgano vital.

El hígado graso puede ser causado por el consumo excesivo de alcohol o por otros factores como la obesidad, la diabetes, el colesterol alto, la hipertensión, la resistencia a la insulina, algunos medicamentos, ciertas infecciones o toxinas, entre otros.

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Tipos de hígado graso

Existen dos tipos principales de hígado graso: el hígado graso no alcohólico (HGNA) y el hígado graso alcohólico (HGA).

Hígado graso no alcohólico (HGNA)

El HGNA es el tipo más común y afecta a cerca del 25% de la población mundial. Se relaciona con el síndrome metabólico, que incluye un conjunto de alteraciones como el exceso de grasa abdominal, la elevación de la glucosa, los triglicéridos y la presión arterial, y la disminución del colesterol bueno (HDL).

El HGNA puede evolucionar a una forma más grave llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), que implica inflamación y daño en las células hepáticas, lo que puede provocar fibrosis, cirrosis o cáncer de hígado.

Hígado graso alcohólico (HGA)

El HGA se produce por el efecto tóxico del alcohol sobre el hígado, que genera sustancias nocivas que lesionan las células hepáticas y alteran su metabolismo.

El HGA es la primera etapa de la enfermedad hepática alcohólica (EHA), que puede progresar a hepatitis y cirrosis alcohólicas, con riesgo de complicaciones como sangrado, ascitis, encefalopatía o insuficiencia hepática.

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Síntomas

Pueden variar según la severidad y la causa de la enfermedad. En muchos casos, esta enfermedad no produce síntomas o son muy leves, como cansancio, malestar abdominal, sensación de pesadez o hinchazón.

Sin embargo, cuando la enfermedad avanza, pueden aparecer síntomas más graves, como dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), ascitis (acumulación de líquido en el abdomen), hemorragias digestivas, confusión mental o coma hepático.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico del hígado graso se basa en la historia clínica, el examen físico, los análisis de sangre, las pruebas de imagen como el ultrasonido, la tomografía o la resonancia magnética, y en algunos casos, la biopsia hepática.

El tratamiento del hígado graso depende de la causa y el grado de la enfermedad, pero en general, se recomienda adoptar hábitos de vida saludables, como:

  • Reducir o eliminar el consumo de alcohol
  • Bajar de peso de forma gradual y controlada
  • Seguir una dieta equilibrada, baja en grasas saturadas, azúcares refinados y sal, y rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, frutos secos y aceite de oliva
  • Practicar ejercicio físico de forma regular, al menos 30 minutos al día, 5 días a la semana
  • Controlar los niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos y presión arterial
  • Evitar el uso de medicamentos o sustancias que puedan dañar el hígado
  • Consultar al médico ante cualquier síntoma o duda

El hígado graso es una enfermedad que puede prevenirse y revertirse si se detecta a tiempo y se trata adecuadamente. Por eso, es importante cuidar la salud del hígado y realizar chequeos periódicos, especialmente si se tiene algún factor de riesgo. El hígado es un órgano esencial para la vida y merece toda nuestra atención y respeto.

Fuente: sabervivirtv

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