Las legumbres y otros granos son alimentos que forman parte de las dietas saludables; sin embargo, algunas personas dejan de comerlas porque les provocan ciertas molestias.
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Por ejemplo, en la dieta mediterránea es donde se hacen más presentes las legumbres. Lo correcto es consumir entre dos y cuatro raciones semanales. Innumerables estudios demuestran su capacidad para prevenir algunas enfermedades prevalentes.
Estos alimentos son fuente de proteínas e hidratos de carbono de absorción lenta; además, contienen minerales como calcio, magnesio, potasio, hierro, fósforo y vitaminas del grupo B.
En primer lugar, las legumbres tienen una serie de compuestos bioactivos con efectos antiinflamatorios; que ayudan a la digestión, a la protección cardiovascular, al estreñimiento y a la absorción lenta de azúcares.
Hay personas que pueden sufrir favismo. Esta es una enfermedad rara que padece la población mediterránea; se trata de un déficit enzimático, por el que metabolizan mal los carbohidratos y las leguminosas. Las legumbres también pueden estar contraindicadas en personas que sufren insuficiencia renal crónica; o las sometidas a diálisis.
Algunas soluciones para quienes consumen legumbres (y quienes no)
Las flatulencias pueden solucionarse con facilidad. Cociendo las legumbres entre 3 y 5 minutos, con agua y un poco de sal. Luego de dejarlas en remojo, como se hace habitualmente.
En cuanto a los supuestos contenidos antinutrientes, los expertos admiten que los fitatos dificultan la absorción de micronutrientes como el calcio, el hierro, el zinc y el magnesio.
Si se mezclan las legumbres con el arroz, gracias a sus aminoácidos, se potencian las proteínas. Si se añade cebolla, pimientos, zanahorias o limón en gotas, mejoramos la absorción de hierro; además, al añadir algún chorizo o morcilla, se favorece la absorción también.
Por último, los expertos invitan a suplir la carencia de legumbres en personas que no puedan consumirlas; sustituyéndolas con derivados de cereales integrales, junto a otras proteínas.
